lunes, 29 de noviembre de 2010

29 de Noviembre

San Saturnino

Bueno que mis padres no se apegaron al santoral.

"Casi" medio siglo hace.

Todo bien. Nada nuevo bajo el sol.

Creer es muy monótono, dijo Wilde, la duda es apasionante.
Y he tenido tantos apasionamientos últimamente... que la vida se me puso intensa.

FELIZ CUMPLEAÑOS A MI

Y para ti también... cuando sea que los cumplas.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Martes triste, Jueves de guajolote y Viernes Negro

Palmera falsa
Es en realidad una especie de antena. No se con qué fines, pero siempre que voy a USA me llama la atención. Normalmente voy conduciendo por eso no la había retratado. Además, como los güeros son medio delicados con sus sistemas de seguridad, debía hacerlo sobre la marcha. Sin detener el carro. Por aquello de las dudas y "no fuera a ser el diablo y se me apareciera". El sábado pasado llevaba de chofer a mi hija, así que le tomé fotos. Es en territorio gringo. Entre las parcelas de hecho.


"TIME IS MONEY"
Como buenos amantes de ingresos millonarios, los hijos del tío Sam han inventado toda suerte de festejos lucrativos. Bien pensados, planeados y ejecutados, he de decir, porque las masas, como mansos corderos vamos (y sí, me incluyo) al rastro.
El viernes negro es para tirarse a matar comprando todo lo que se pueda y ostente el nombre de "oferta", "rebaja" y "descuento". Aunque no necesites el artículo, si tiene un 70% de descuento y llevas inyectada en la sangre esa compulsión de adquirir cosas para "ahorrar". Pues vas, gastas a lo loco y ahorras narices.

"MONO VE, MONO HACE"
El último jueves de noviembre, se festeja el día de acción de gracias. Hasta este lado de la frontera se ha importado ese evento. Las familias estadounidenses se reunen para cenar guajolote relleno y su pay de calabaza. ¡Ah! y para dar gracias. Muchísimos no saben ni por qué, ni de dónde. Pero algunos mexicalenses pensaron que era buena la idea y la han adoptado. Igual que las fiestas de Halloween al estilo gringo. Ya sabes, es muy "nais".

"A VECES, LAS LÁGRIMAS NO TE DEJAN VER LAS ESTRELLAS"
El martes triste. El pasado martes inició formalmente el frío. Se dejó venir con un viento que congelaba sonrisas y el sol escasamente asomó en el cielo. Hubo como epidemia de gente deprimida. Las nubes se fueron, pero; ¿y si el sol no regresa? chilladero de viejas que hubo.

"COMO PANCHO POR SU CASA"
Anoche hizo un frío de época (ó de poca, como se dice vulgarmente). La vecinita pitbull se cruzó de este lado nuevamente y durmió entre la perrada de mi patio. Sobre los almohadones, entre la Sam y sus hijas, calientita y contenta por la compañía.  Ya va y viene por el hoyo del cerco, como "Pancho por su casa" ¡Se ve tan contenta! A esa cachorrita y a mi hijo de 6 años se les hace feliz con tan poquito, que dan ternura.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Las historias


Cajas y piedras es un pequeño local/taller donde practico las manualidades y/o cosas creativas que me apetecen. Lo nombré así porque sin gustarme o ser aficionada, ni por error, al comercio, dije; que si alguna vez, decidía iniciar con un negocio, sería para vender cosas lindas. Artículos que me gusten. Debo decir, que hacer eso no es muy recomendable para quienes deseen incursionar en el comercio. Usualmente es al revés. Se vende lo que gusta a la gente, se anticipa a los hipotéticos clientes. Se piensa en cosas como demanda y oferta. Se utilizan estrategias para atraer personas. Propagandas, anuncios, panfletos y demás.

He estado encuadernando, pintando, dibujando, decorando cajas y bolsas para regalo. Elaborando algunos accesorios. Redecorando e ideando cosas nuevas. Actividades en las que llego a perder la noción del tiempo y del espacio. Aunque no tanto como al escribir. Cuando puedo/quiero/me nace.

Los principios del arte de encuadernar los aprendí de mi amiga Naná. Ella es una encuadernadora maravillosa. Lo mío es mas bien rústico. Me falta mucho para alcanzar sus niveles. Pero estoy dispuesta a practicar y aprender mas. Simplemente porque me encanta. Así que en mi taller, solitario la mayor parte del tiempo. Paso horas y horas en actividad constante. He abierto al público recientemente. Aunque llevo pagando renta 7 meses. No tenía ánimos para dar la cara, ni quería interrupciones a mis actividades. Podría decirse que mi negocio no es negocio. Mas bien es mi lugar de hacer cosas. Los vecinos de los comercios cercanos ya se acostumbraron a mi presencia y respetan mi area de estacionamiento.

La gente viene a veces. Y sin venir mucho a cuento, desgrana en palabras parte de su vida y luego se retira. La señora Lupita llevó mi pedido y un trozo de su historia la semana pasada.

Lupita es alta y delgada. Tiene poco mas de 60 años de edad. Estuvo casada 36 años. Ella y su esposo, eran comerciantes en USA. Tenían joyerías y un restaurante. Ambos trabajaban a brazo partido para sacar adelante todo. Eran una pareja muy acoplada. Se llevaban muy bien. Ella cuidaba mucho de su marido, sobre todo la dieta, porque el señor era diabético. Un día, Lupita se enteró que Javier, su esposo, se enredó con una joven mesera. La señora, herida de muerte, dejó todo. Se vino a México. Segura de que el hombre vendría a buscarla pidiendo, suplicando su perdón. Todos los que los conocían decían eso: "Javier no va a aguantar sin ti, te irá a buscar arrepentido, son muchos años juntos".

La señora se instaló de este lado de la frontera e inició con un negocio de comida, que era lo suyo. Esperando a que su marido viniera... nunca vino. Ni siquiera la llamó. Javier murió hace un año. Le envió, desde su agonía, una carta diciendo que ella había sido el amor de su vida, que lo perdonara por lo que hizo y dejándola heredera de todos los bienes.
Puedes, al escucharla hablar, sentir que sus heridas no han sanado. Tiene un dolor rancio de tan viejo, clavado en el alma. Pero ahí está. Sus ojos verdes se ponen mas acuosos a ratos, mientras te mira intentando encontrar las razones a la sinrazón. Ella sola se responde "¡NO! es que no me quería en realidad", "el que ama no traiciona". Se retiró levantando la mano derecha, negando desde la distancia y ahogando un sollozo que imaginé eterno y desgarrador.

No lo niego. Lo irónico de las coincidencias me hizo reflexionar. Los mensajes que te manda la vida en ocasiones son innegables. "Sigue adelante".
Mi comida se había enfriado. Tuve que recalentarla en el horno de microondas.

De verdad que habemos unas mas necias y crédulas que otras.

martes, 23 de noviembre de 2010

Si no son enchiladas ¿entonces qué son?


En mi México, tan lindo él. Existen, como en todos lados, cosas del folclore local. De estas muchas cosas, los dichos, o sentencias populares, expresan cosas simpáticas, pintorescas y/o acertivas. Con esa sabiduría tan del pueblo. Tan llena de sentido común.  Pero hay un dicho, que siendo de uso popular, siento que no expresa el sentido con el que se utiliza: "NI QUE FUERAN ENCHILADAS". Esta frase, intenta puntualizar que lo que se va a emprender o se pretende realizar no es fácil. Introduciendo la idea de que hacer enchiladas sí lo es.
Las enchiladas, son un platillo típico mexicano que básicamente implica chile y tortillas. Pero lejos de ser de sencilla realización, hacer enchiladas es casi un ritual en el que se ponen en juego varias habilidades. La mayor y mas importante de estas, es no quemarse al elaborarlas.

Primero los chiles secos. Hay que seleccionar los que no sean muy picosos, pero que den sabor. Se desvenan. Es decir, retirarles las tripas, semillas y esas fibras blanquecinas que aumentan su bravura. Desvenar un chile seco es mas fácil si antes lo rehidratas.

Puede ser que los pongas a hervir y ya hervidos (no demasiado, porque se desbaratan) procedas con la operación. Si desvenas a mano limpia, deberás recordar en todo momento NO TOCAR TUS OJOS después o durante la acción. Tendrías una horrorosa enchilada de ojos, que no le recomiendo a nadie. Amén de otras partes, que siendo pudendas, la comadre de una amiga expuso en un campamento playero debido a que su marido había estado desvenando chiles para la cena. Después de cenar, se retiraron a descansar en las casas de campaña y luego se escuchó el alarido de la comadre de mi amiga. Un alarido tan terrorífico, que aun recuerdan en aquel campo turístico, como la noche que mataron a una mujer los chacales.

Pero estaba con las enchiladas tradicionales. Luego de la cocción con una hoja de laurel, ajo y cebolla. Retiradas las tripas, licuados los chiles con agua limpia (porque no se debe usar el mismo líquido donde hirvieron los chiles, ya que amargaría el sabor). Añadidas las especias, el sazón y la mano santa. Se coloca la mezcla en un plato hondo, donde habrán de remojarse las tortillas de maiz, para pasarlas luego por el sartén -o la sartén- con bastante aceite hirviendo, solo unos segundos. Lo suficiente para ablandar la tortilla y colocarle el relleno, que puede ser: pollo deshebrado, carne, queso banquet o queso fresco con cebolla picada. Igual debes vigilar que no se queme el aceite con la salsa de chile colorado, que le daría mal sabor al platillo.

Colocar una tortilla remojada en salsa de chile dentro del aceite hirviendo, con habilidad para no romperla, ni dejarla caer de lo alto, porque las quemaduras son cosa seria. Implica que mentalmente eleves una oración para no chamuscarte las manos, la cara o el pecho. Luego, colocarles el relleno y ENROLLARLAS al mismo tiempo, es otra bronca.
Ya puestas en el plato, se les acompaña con una guarnición de lechuga, rábanos, aguacate, tomates y crema ácida.
Finamente picada la lechuga.
En rodajas los rábanos.
En rebanadas el aguacate y el tomate.
Arte para colocarles la crema ácida sin pichicatearte, pero también sin excederte.
El punto final es el queso seco rallado sobre el platillo.
Mucho trabajo, riesgo y habilidades para tortillas enchiladas y enrolladas... me parece.

Así que no. Hacer enchiladas no son enchiladas.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Verás...


Esto iba por otro rubro. Pero, leer ese título y el colofón, ha sido un disparador de mi memoria. Recordé a la Isiordia. Una chica, que cuando cursaba la Normal, era así; delgaduchita, con dientes horrorosos, superpuestos y torcidos, sin mentón, lo cual le daba apariencia de ser un poco imbécil (y no lo es). Lo que si era,  y sigue siendo, es determinada. Muy determinada.

Yo no se en qué caldo de cultivo cayó su mente cuando pequeña. Pero la Isiordia, estaba segura que el dinero, el poder, las influencias, eran el fin primordial de toda mujer racional. Sabía también que su apariencia no era lo mas adecuada para alcanzar todo eso. Así que, con esfuerzo, dedicación, varios años y un ortodoncista excelente, logró que sus dientes se enderezaran. Ya no parecían la dentadura de un tiburón. Los incisivos quedaron un poco prominentes. El tamaño de estos no podía cambiarse. Y la nula existencia de un mentón que equilibrara y diera armonía a su cara seguían dándole apariencia de lela. No obstante, eso tampoco fue impedimento. Una cirugía y una prótesis de mentón la hicieron finalmente pasar al bando de las mujeres bonitas.

La Isiordia se casó un par de veces. Los divorcios subsecuentes y su determinación, la dejaron bien colocada económicamente. Habla fuerte. Es de esas personas que parecen muy seguras de lo que dicen. Mira de frente y directo a los ojos. Escudriña con la mirada. Tiene unos ojos muy expresivos y sabes perfectamente cuando alguien no le simpatiza. Ella es de las que dicen al pan, pan y al vino, vino. Sin tapujos, sin anestesia y sin tacto.

Total, hasta hace unos años. La Isiordia afirmaba que un hombre sin dinero no valía nada. Hace poco, me sorprendió con una respuesta inesperada y una sonrisa luminosa. Al hablar de su nuevo galán, me dijo que era pobre, pero que la hacía feliz.

Un loser, según lo entiendo. Es un hombre o mujer, que ha dejado de luchar por salir adelante, o que tiene muchas excusas para (y por) no conseguir sus sueños. Por no alcanzar sus metas por pequeñas que estas sean. Que se contenta con dejarse vapulear sin meter las manos. Quien culpa a los demás por sus fracasos y no reconoce su parte de responsabilidad en ello. No se compromete ni participa de buen grado en empresas que le impliquen un mínimo de constancia y/o esfuerzo.

Quizás mi hija, en su juvenil experiencia, categoriza como loser a un hombre sin dinero. Yo voy un poquitillo mas adelante del concepto.

Deberás disculpar, por esta vez, que te contradiga. Pero desde donde yo lo veo. Tú no eres un loser.


viernes, 19 de noviembre de 2010

Subrepticiamente

Me molesta. Pero no es mi asunto. No debo entrometerme. Meter la nariz donde no la llaman a una, la convierte en una metiche. Una detestable metiche.

La vecinita me ve con esos ojos gris acuoso todos llenos de esperanza. Ayer hice caso omiso. Estuve todo el día relamiendo mi autocompasión y ansia de control. Así que ni siquiera la saludé. No que hubiera desaparecido de mi esquema mental por completo. Nada de eso. Pero si las cosas se dieran al revés, a mi me molestaría mucho que alguien hiciera evidente lo que pasa con ella.

Hoy no pude soslayarla de nuevo. Tan no lo hice, que eso le dio la idea de que podía cruzar de este lado del cerco impunemente. Se puso en peligro por ello. Tuve que regresarla lo mas gentilmente que pude a su casa. Lo hizo mansamente. Pero ya sabe el camino. Me temo que no será ni la primera, ni la última vez que lo intente. La Sam, si bien es muy noble y de buen corazón, a la hora de comer, hasta a sus hijas les gruñe. ¿Cómo iba a hacer una diferencia con esta pequeñita de poco mas de dos meses de edad?

Se pasa todo el día sola. Sospecho que, de lo que mas hambre tiene, es de compañía. Al principio lloraba mucho. Ya no. Los animales tienen ese instinto que los hace saber  aceptar cosas que, cuando menos a mi, me cuestan un titipuchal. Tiene algo de pitbull en la sangre. Al levantarla para regresarla por donde vino, pude sopesar su cuerpecito cargado de músculos. Me recordó los ajos buenos. Sorprendentemente mas pesados de lo que parecen, para su tamaño. Mis french, lo que tienen es pelo. Son peludos, livianos, territoriales y celosos.

Los ladridos de le vecinita son diferentes ahora. No lloriquea mas. Ahora exige alimento. Pide que le de, igual que a mis perros y come con mucha desesperación de la ración que le paso subrepticiamente por debajo del cerco. ¡Me parte el alma verla tan sola y hambrienta todo el santo día!. Pero no es mía. Ya se que no debo hacerlo. No debo alimentarla ni charlar con ella. Me estoy convirtiendo en una detestable vecina metiche en toda regla.

El Cedric y la vecinita mestiza

miércoles, 17 de noviembre de 2010

A veces a pie y en otras andando.


Pues sí. Lo reconozco. Soy bastante soberbia. Menos que antes -eso sí- que de los trancazos se aprende a bajarle dos o tres rayitas. Total, que desde que comenzó ésta, a la que de hoy en adelante llamaré "contingencia vivencial", he hecho cosas que no hacía. En las que no creía, o de las que tenía serias sospechas eran solo para "lusers" (losers, para los que saben mas que yo).

Primer contradicción o cosa absurda* que hice a ese respecto (porque os juro que hay mas en otros ámbitos de mi vida. Ya los iré descubriendo de a poco o de golpe, según se presente el caso):
Mi armazón original no incluía reacciones apropiadas contra la traición y/o deslealtad. Solo un filtro de manufactura casera, en el que se especificaba que mi compañero era absolutamente devoto y que nunca me engañaría. Que él no tenía esos alcances. Ni la malicia, ni la mala entraña para ello. Así que no lo vi venir. Y si lo vi, hice como que no. De tal suerte que cuando vine a dar cuenta, estaba en pleno lodazal, con las aguas negras hasta el cuello.

Segunda contradicción: ir con el psicólogo ¿yo? pues sí, yo, la que merendaba psicologuitas como primera entrada y las sentaba en el banquillo de "yo-se-mas-que-tú" para mandarlas todas turulatas de regreso a sus despachos. Asegurándome que JAMÁS de los jamases iría a consultar a uno de esos entes obsoletos... mas pronto cae un hablador que un cojo. 

Tercer contradicción: leer libros de autoayuda. ¡Me hierve el buche!. Fueron recomendaciones. Cosas que me servirían para superar el trance. "El camino de las lágrimas", "Dijiste que me querías" y "Después de la separación". Hasta vergüenza me dio entrar a la librería y caminar por ese pasillo. Pero me la aguanté, porque era mas la necesidad. Quería respuestas, porqués, razones, motivos, ALGO, lo que sea que diera luz, para saber como es que estaba en este preciso y espantoso punto de mi vida.

CUARTA CONTRADICCIÓN: me convertí en la llorona loca. Un costal de contradicciones, omisiones y olvidos. Reacciones emocionales de las que nunca me hubiera creído capaz. Pero bien dicen que nunca llega una a conocerse del todo.

Quinta contradicción: tomar antidepresivos para sobrevivir con un poco mas de dignidad el día a día. La doctora dijo que los usara hasta nuevo aviso. Yo los dejé después de regresar de mi viaje por Querétaro, D.F. y Cuernavaca. Donde estuve arropada por el amor de dos amigas y sus seres queridos.  Sí, tuve que huir, fue una fuga geográfica y me topé con el amor de seres humanos maravillosos.

Ayer fui a colocarle el broche de oro a este capítulo. Le entregué en mano propia la demanda de divorcio. Temblaba visiblemente acobardada, Me fallaban las fuerzas, tenía un alarido atascado en la garganta. Pero lo hice. Tuve que detener mi carro unos metros adelante para tomar aire. Para dejar de temblar y que mi corazón desbocado se relajara un poco. Lloraba son sollozos lastimeros. Ayes que apenas eran audibles para mi. Desee hacerle notar que me sentía mal y necesitaba ayuda. Pero no lo hice. Y de cualquier manera no vino a mi. No le preocupó nada la seguridad personal de una mujer con la que compartió casi 27 años de su vida. Tampoco pedí ayuda. No a él. Y llegué a casa como pude. Pero llegué. Soy fuerte. Una mujer fuerte que saldrá adelante mas temprano que tarde.

Me enteré que todo esto es normal, cuando se enfrenta una a este proceso. A esta contingencia vivencial. No es esquizofrenia, ni paranoia. Menopausia o desajuste bioquímico. Tampoco locura transitoria o permanente. Es lidiar de pronto con la pérdida de identidad como parte de algo que fue tu vida. Pasar a ser Starsky sin Hutch. Viruta sin Capulina. Laurel sin Hardy... Amanda Miguel sin Diego Verdaguer.

Reajustar tus expectativas de vida en pareja "for ever and ever". Eso cuesta. Porque instaladísima como estaba en mi zona de confort mohoso, no esperaba ya, semejantes cosas. 

Te diré lo que sí esperaba y espero de mis seres queridos. Familiares, amigas y amigos. Empatía. Simpatía. Tolerancia. Respeto por mi dolor. Porque duele. ¿Cómo no? ¡y mucho!
Una se vuelve machacona con lo mismo. Eso debe parar en algún momento. Pero no se sabe cuándo. Y nadie, por muy buenas intenciones que tenga, puede obligarte a ello. En tanto, los amigos, "aguantan vara", como decimos aquí. Apapachan y escuchan sin tomar mas partido que el del sincero acompañamiento.
¡Animo! te dan ánimo. Porque ya bastante estúpida y avergonzada se siente una como para que alguien venga a obviarlo. Y sobre todo, la gente que te ama, la que te estima, mínimamente procura hacerte sonreír. Procuran hacerte sentir bien. No sentencian, no enjuician, no hieren, no dan tiros de gracia.

No estoy lista para pensar o imaginar siquiera embarcarme en una nueva relación. Pero si lo estuviera, aplicaría algo del conocimiento adquirido en estos últimos tiempos. Mis amigas, mis hermanas, mi hija, imaginan para mi algo maravilloso por venir. Las escucho con ternura y gratitud.¿Dónde se creen que encontraré a estas alturas de mi vida un cincuentón culto, agradable, simpático, de buen ver, sin vicios, amoroso,  autosuficiente y que no esté casado? Mi hija añade a esta desiderata algo mas. "Que no sea un loser, mamá".

Yo opino para mis adentros, que mas vale un hombre pobre... que un pobre hombre.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Verwandlung


Gregorio Samsa, según la imaginación de Kafka, amaneció un buen día, convertido en cucaracha. Bueno, algo parecido a una cucharachota gigante.

¿Será que esas mutaciones de semejante naturaleza son mas frecuentes de lo que se pensaba?

Es sabido de mujeres que se convierten en víboras. Hombres que se convierten en monstruos y/o animales. Y hasta se dice que hay personas que se convierten en sombras.

Eso me ha llegado a causar angustia.

El se transformó también.

Se ha convertido en algo oscuro, nefasto... e infinitamente desdichado.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

"No se lo digas"


Decidí hacerlo. Regresar donde no quería. Pero las circunstancias no daban para muchas opciones. El gigante con botas me recibió con mucho gusto. Pude notarlo por el abrazo apretado y prolongado que me dio. En tanto respiraba con dificultad, oprimida como estaba contra su pecho. Recordé aquel primer abrazo con el que me envolvió. Cuando murió su padre y me acerqué a darle el pésame. El justo momento en el que me di cuenta de que tenía un nuevo amigo.

Esta vez, como le expliqué, "iba por una tuna" -hay un dicho mexicano que dice que al nopal solo van a verlo cuando tiene tunas- Mi amigo, trabaja de jefe de mandos medios en un centro de trabajo pequeño. Es decir, es director de una escuela con pocos alumnos. Fui a solicitar un lugar para mi hijo adoptivo. La maestra actual de mi niño me tiene harta con su ineptitud. Ya en otra ocasión, si me da la gana, hablaré un poco respecto de esta joven docente que no ama su labor y por supuesto que no está preparada para desempeñarla ya no digamos con eficiencia, sino con un mínimo de dignidad.

Cuando el gigante con botas se enteró del nombre de mi hijo. Se avalanzó sobre mi persona de nueva cuenta para darme un abrazo aun mas apretado que el anterior. Me dio un "gracias" efusivo y que en primera instancia no entendí, hasta que pasado el momento de azoro, capté que como mi hijo se llama igual que él. Creyó que así lo nombré en su honor. ¡Pobre! No tuve corazón para decirle que por supuesto que no le había puesto su nombre a propósito a mi hijo. Que el níño ya se llamaba así cuando me lo dieron en custodia. Luego del abrazo, al ver mi rostro que no sabe mentir y que las mas de las veces me ha metido en problemas por la misma causa, preguntó un poco turbado si mi hijo ya se llamaba así o le puse el nombre yo. Le respondí que el niño ya llevaba ese nombre cuando lo conocimos. Que yo le quería llamar Julio, porque es el mes en que nació, pero no quise borrar parte de su identidad y se quedó con ese nombre de tonalidades fuertes y que a mi me suena a nombre de "gente mayor". Esto último no se lo dije. Pero creo que lo entendió.

Hay algunos que tienen su autoestima mas grande que la estatura. Mi amigo mide 1.90. ¿Cómo se le pudo ocurrir que yo querría darle nombre a mi hijo en su honor?... sobre todo ¿por qué?

Llegué riendo aun a casa. De hecho, sigo sonriendo por semejante ocurrencia.


viernes, 5 de noviembre de 2010

El blanco vestido de la muerte


Recuerdo que la tonadilla era repetitiva y señalaba que estaba la muerte un día, sentada en su escritorio, buscando papel y lápiz,  para escribirle al lobo y el lobo le contestaba, que ya no la quería. Porque se aparecía de noche y de día. En ese entonces, cuando acompañando con palmadas, las niñas y los niños de la época no entendíamos mucho de los significados y solo nos guiaba el interés lúdico. Imaginaba, eso sí, a una Catrina toda vestida de blanco, intentando escribir a un lobo que la rechazaba.

Pero la vida era menos seria en aquel entonces. Menos dramática. Así que la muerte podía tomarse las libertades que quisiera con aquel lobo. Incluso llevarlo a su recinto. Lo quisiera o no aquel. Si ella tenía ese poder y no lo usaba, entonces ¿para qué lo quería?

Y vuelta a la hoja. Era un "Quiéreme o te mato". En resumidas cuentas. Terminábamos de jugar y entonces la muerte, el lobo y los amores no correspondidos pasaban al olvido. Buscábamos otro juego en qué entretenernos: "la roña", "el cinto escondido", "el bote robado", "los quemados" o, si ya estaba atardeciendo, nos sentábamos sobre las rocas, a jugar a los cantantes. Yo invariablemente entonaba "Corazón gitano" y no faltaba quién, con toda la fuerza de sus infantiles pulmones interpretara "El golpe traidor".