martes, 19 de noviembre de 2013

De eucalipto a eucalipto


El sonido llamó  mi atención. Se repetía con tonalidades mas bien opacas, como de madera de "palofierro" contra otra. Era raro. Venía del eucalipto de mi patio. Me acerqué con precaución. No se veía nada fuera de lo normal. Estaba amaneciendo apenas. No había bichos a la vista. No es temporada de chicharras, además, son sonidos muy diferentes y por si fuera poco, ellas salen en verano y estamos comenzando el invierno. El ruido se repetía como alguna suerte de clave morse. Cuando estuve a menos de cinco metros, el sonido cesó. Pero se reinició a unos 30 metros de distancia, en el árbol de los vecinos. Me retiré un poco y volvió el sonido. Cuando hubo mas luz en el entorno, pude verlo. Era del tamaño de las hojas del árbol, por eso no pude distinguirlo en primera instancia. Tenía el pico casi tan largo como su diminuto cuerpo, pero era él. Un chupamirtos, que dicho en términos prosaicos, "se apalabraba" con otro. De mi eucalipto al eucalipto de los vecinos. 
¡Lindo!
Siempre me pone de buen humor toparme con uno de ellos. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Cazadores



Curamos las heridas, pero con frecuencia olvidamos las cicatrices.
Estas pueden ser tan dolorosas como la propia herida."
Tomado de Internet en:
Lágrimas secas

Las cosas que la gente recuerda no son siempre lindas. De esas que dejaron una huella indeleble en su alma. Son también las otras, las que dolieron, las que quedaron como marca de fuete cruzado en pleno rostro. Aquellas que como hierro ardiendo al rojo vivo laceraron una y otra vez sin medir consecuencias. También vienen de visita algunos recuerdos mas inocuos. Los que no sabes cómo o para qué se quedaron, o vienen y van. Los que como "pájaros perdidos vuelven del mas allá" [...] 

Intentaré recuperar aquellos que no hicieron daño... cuando menos no a mi.

Era una madrugada fría y silenciosa de 1988. La sierra entera dormía. Menos los dos cazadores novatos. Muy emocionados porque era aquella su primera ronda de caza. Los vi salir con sus escopetas, como niños a recreo. Volví a la cama. Era demasiado temprano para levantarse. Cuando regresaron con las manos vacías sonreí. Pensé que ni liebres, ni faisanes se les habían cruzado en el camino. Pero el cazador a mi lado, en lugar de dormir, tenía la vista fija en el techo. No conciliaba el sueño. Algo en su cabeza se negaba a dejarle descansar tranquilo. Tras cuestionarle me contó lo sucedido. Lo recuerdo como si hubiese estado ahí.
Encontraron un arbusto lleno de pequeñas aves. Imaginé que eran codornices o perdices. Dispararon a quemarropa. Volaron plumas y trozos sanguinolentos por todos lados. Nada quedó vivo. Ni rescatable. Un sabor amargo en su garganta le acompañó todo ese día.
Jamás volvió a tomar un arma. Salvo para hacer disparos de tiro al blanco en las ferias.




domingo, 3 de noviembre de 2013

Con lo que me gustaba

En verdad es una pena.
¿...?
Sí, eso de la desaparición del correo "de a de veras". Cartas de papel, escritas de puño y letra. Pluma Bic, tinta azul, sobre, timbre, dirección y remitente. Lamentablemente, escribir está en desuso. 
Hoy día, hasta escribir un e-mail le da flojera a la mayoría.
A mi, lo que me da flojera es charlar por teléfono. Sobre todo con gente de mi entorno. Preferible es una charla sabrosa frente a una buena taza de café, que calentar la oreja durante horas. No digo que una llamada sea algo desagradable, todo lo contrario. Pero no me gusta como suplemento de una charla frente a frente. 
En fin. Algún día encontraré a quien comparta mi gusto por las letras. Con interesantes charlas en el inter. Alguien que no escriba a regañadientes, ni considere una pérdida de tiempo el conocer las entretelas de mi cabeza. Alguien que no se vaya a los extremos, ni haga de su vida una exhibición; como circo de tres pistas en las redes sociales. Alguien que me "llene el ojo" y luego el cerebro... o viceversa.