miércoles, 28 de septiembre de 2011

Amiga

Quiero acompañarte y me da miedo. Pero aquí estoy.
Arrancaron un cacho enorme de tu alma.
Quiero estar a tu lado en silencio, pero que sepas que estamos contigo.
Tanto dolor que ni siquiera alcanzo a imaginar no puede llevarse en solitario amiga mía.
Permítenos compartirlo... llevarlo contigo... ser presencia espiritual porque pediste que no estuviéramos físicamente a tu lado.
Te abrazamos con todo el amor de que somos capaces. Sabemos de tu desolación. De tu pena infinita. Y sabemos también que son momentos demasiado íntimos y dolorosos. Pero aquí estaremos siempre.
Una para todas. Y todas... para una.

ABRAZO INFINITO

martes, 27 de septiembre de 2011

Desideratum

No necesito ser amada. Necesito amar, confiar, creer y si sucede, ser correspondida.
Se terminaron hace tiempo los arranques pasionales de los 20. Ni quiero, ni necesito que me arranquen la ropa del cuerpo. Tampoco quiero desvestir a nadie con violencia. Eso es efímero, fugaz, intrascendente. Necesito compartir intereses, charlas, sueños y esperanzas. Necesito respetar al objeto de mi afecto. Respetar su ser entero. Creer en su palabra. Que su hacer y decir sean coherentes. Quiero admirarle porque la admiración nace del respeto que se tenga a sí mismo. Quiero que me guste y gustarle mucho. Amar su aroma, sus silencios, sus ideas y palabras. Que sea generoso de corazón, de sentimientos y detalles. Necesito un hombre con vida propia, que permita tener mi propia vida. Compartir, retribuir, sonreír juntos. Caminar tomados de la mano frente al mundo. Vivir ante el sol y no en penumbras pantanosas. No lastimar a nadie con el amor que nos prodiguemos. Un hombre libre, auto suficiente, con iniciativa y tesón. Respetuoso de la naturaleza y cuidadoso con mi alma y la suya. Un hombre que carezca de excusas por no hacer lo necesario y lo sublime. Un hombre cuyo lenguaje no incluya los insultos y descalificaciones. Un hombre que si decide tener mujer, sea una sola de por vida. Y que esto no le resulte un sacrificio, una pena o un martirio. Quiero un hombre así. 

sábado, 24 de septiembre de 2011

Uchepos y corundas para la universidad

Una tormenta con truenos y relámpagos que comenzó como lluvia mansa la tarde anterior, se convirtió en un terrorífico espectáculo de luces y sonidos estridentes.  Llovió toda la noche. Por fortuna, se podía caminar y guarecerse bajo los techos abovedados sostenidos por arcos. Cuando menos en el área donde estaba ubicada nuestra posada. Justo frente al parque, casi al lado de presidencia municipal.
Pero no todo Pátzcuaro tenía aceras cubiertas y hermosa arquería donde protegerse del agua. Hacia el norte, las paredes lisas y sencillas no presentaban resquicio, techo o cornisa donde evitar ser empapados. De ese rumbo venía la señora de los uchepos. Unas cuadras adelante, de la parte del  pueblo donde terminaban las calles empedradas y daban comienzo los arroyos de lodo negruzco. No había protección alguna.
Me contó que ella y su familia vivían fuera del centro histórico donde nos encontrábamos. La tarde anterior narró con sencillez y naturalidad un poco de su historia de vida. De esas charlas que salen sin esperarlo y sin buscar mas que un intercambio amable de palabras. Ella trabaja vendiendo corundas y uchepos para ayudar a la economía familiar. Usa para ello un carrito hueco que contenía un par de ollas calentadas con carbón para mantener los alimentos a la temperatura ideal. El carro era empujado por ella y su hija. Una jovencita tímida y callada. Se levantaba desde las 3 o 4 de la madrugada para prepararlo todo. Primero iba al mercado por su costal de grano una vez a la semana. Luego cocía el maíz con cal para reventarlo. Después iba a un molino público a moler el nixtamal. Luego se regresaba a su casa a preparar los alimentos.
Las corundas son una especie de tamal, pero a diferencia de este, tienen forma triangular, son mas grandes y van envueltos en hojas de la planta del maíz "de la milpa" como la señora decía. Hace una especie de cono con las hojas de milpa verdes, los rellena con la masa y algo de queso o de un guiso de carne de cerdo condimentada, los cierra y los cocina a vapor. El proceso le lleva varias horas cada día. Una variante exquisita para no solo comer carne durante nuestra estancia en Michoacán.
El esposo trabajaba como jornalero por un sueldo mínimo. Apenas alcanzaba para subsistir. Pero esta señora enviaba a sus hijos a la escuela. Les estaba dando estudios, lo dijo con un orgullo que entendí con algo de ternura y una admiración muy grande. Gracias a sus corundas y uchepos los muchachos tenían acceso a una carrera. Venía empujando el carrito a pesar de la lluvia. Sonreía con satisfacción. No se quejó ni una sola vez ni sintió lástima de si.
Ya habían tratado de quitarla de ese lugar. La presidencia municipal no permitía que se colocaran ambulantes en esa zona. Pero ella se defendió con argumentos que no pudieron rebatirle. Hasta la fecha, sigue vendiendo sus alimentos. Ahí se quedó, con su delantal impecable, su carrito de tamales y esa sonrisa de quien sabe que la escuela es importante.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Olvidé ponerle título


De pronto la casa le quedó grande. El patio, la sala, su habitación. Todo crecía mientras ella se iba achicando hasta quedar reducida a casi nada en un rincón. Era como si la soledad se hubiera convertido en algo tangible y tan irracional que le metía miedo en los huesos.  Le asaltaba aquella idea vieja y sobada de vaciar sus venas. Quienes elegían ese camino, suponía, lo hacían para poder hacer el repaso mental de una vida de la que había que bajarse voluntariamente.
La luz del sol comenzaba a tornarse opaca. Los aromas a disminuir su intensidad. La música iba perdiendo acústica, se hacía sorda, sin ecos, carente de vibración o matices. Aquella sombra pastosa  amenazaba devorarla si se quedaba inmóvil un momento mas.


jueves, 15 de septiembre de 2011

La casa de Gertrudis

Esa noche las fumadoras, en lugar de subir a sus respectivos cuartos,  quedaron en el lobby a techo descubierto que tenía aquella posada. Había un sofá y dos sillones blancos enormes forrados en cuero. Algunas mesas bajas y por supuesto ceniceros. El día estuvo intenso con las visitas a la isla de Janitzio y el centro ceremonial de Tzintzuntzan. No se permitía fumar en las habitaciones, así que optaron por quedarse a comentar los pormenores del recorrido y acabar con los Benson's mentolados. Decidí quedarme con las fumadoras. Era temprano para mi. En Baja California, por la diferencia de horario con el centro del país eran apenas las 8 de la noche.
La sala de entrada, daba de frente con el restaurante. Las puertas de vidrio estilo francés, permanecían abiertas aunque ya no había clientes en el lugar. Las paredes del acceso principal estaban decoradas con pinturas murales inconclusas. Eso creí en un principio.
La charla se tornaba divertida al recordar los detalles del paseo. Aunque estaba prohibido hacer ruido después de las 10 de la noche. Las voces y las risas se elevaban de volumen debido al entusiasmo. No obstante el letrero que indicaba silencio, como en las bibliotecas. A media charla, una mujer que llevaba rato observando al grupo, se acercó a pedir fuego. Se presentó como habitante de la planta baja. Hija de los propietarios de la casona habilitada como posada. Vivía en el segundo cuarto a la derecha de donde nos encontrábamos. Un mosaico oval señalando "MI CASA ES SU CASA" indicaba donde dormía desde varios años atrás. La mirada fija e insistente terminó por incomodarme "es que te pareces mucho a alguien que conozco" fue su explicación. Un parecido extraordinario con una guía de turistas que hacia tiempo visitó la casona.
¿Sabían que en esta casa vivió Gertrudis Bocanegra? la repentina intervención pretendía cambiar el tópico de la charla. Mis compañeras no sabían quien fue Gertrudis. "¿Ah si? ¿y quién era esa Gertrudis?" fue toda la respuesta que obtuvo la mujer de ojos penetrantes. Pero mi interés fue capturado ¿En serio?
En serio. Incluso en el parque que está aquí enfrente, hay un árbol donde se dice fue fusilada.
Una placa discreta (que fui a buscar a la mañana siguiente) al lado de la entrada de la casona daba lacónica información del hecho histórico.
¡Qué emoción! Una heroína de la guerra de Independencia de México vivió en esa casa.
Tuve que explicarles a mis compañeras de viaje lo que sabía respecto de Gertrudis. Fue una criolla que participó activamente en la guerra como correo de los insurgentes, la apresaron, la torturaron sin lograr sacarle información sobre los participanes de la guerrilla y finalmente fue fusilada. La única mujer que fue fusilada (hasta donde se) en la guerra de Independencia. Preguntaron el motivo del desconocimiento histórico general sobre la Insurgente.
Aquí terció la mujer que se unió a la charla. "Gertrudis era socialista. Por eso nadie habla de ella. Estaba del lado de los pobres."
El discurso final de la mujer me lo perdí. Inmersa como estaba en mis propias reflexiones. Algo de cierto debía haber en aquellas afirmaciones. La dama fumadora que vivía sola en una habitación de aquella casona era, a mi juicio, un poco extraña. Era culta, conocía algunos de los pormenores de la guerra de Independencia de México además de utilizar un lenguaje elevado. Dada la temeridad de sus afirmaciones pude calcular que era una apasionada de las discusiones. Pero también nos dio algo de información personal. Dejó entrever que sus hijos vivían en otra parte. No tenía tanta edad como para ser madre de hijos casados o abuela. Los hijos debían ser adolescentes o niños. No trabajaba actualmente, pero por lo que pudimos observar, su ropa y calzado eran de buena calidad. Debía sentirse un poco sola para animarse a alternar con turistas parlanchinas y a todas luces desconocedoras de política e historia.
Nos despedimos al filo de las once. La mirada penetrante se volvió incómoda una vez mas. Bueno que iba acompañada. No supe si la mujer con quien insistía en encontrarme parecido le caía bien o le había hecho un mal. Se de energías que se transmiten en ocasiones a través del tiempo y la distancia. La de ella era poderosa.
Tampoco volvimos a verla los días subsecuentes.
Cuando fui a observar con mas detenimiento uno de los dos murales de la entrada que creí inconclusos, quedé impresionada. Al principio ves solo un árbol floreciendo desde la raiz. Parecía un bosquejo. Los colores son muy tenues. Tonos al pastel difuminándose a medida que levantas la vista. Luego, con mas detenimiento puedes ver una mujer descalza confundida entre el tronco del árbol y sus ramificaciones como brazos extendidos ofrendando algo. Los murales ya tenían firma. Así que estaban definitivamente terminados.

Es verdad... Pátzuaro tiene algo de mágico.


jueves, 8 de septiembre de 2011

Cuentecito inspirado en comales

Craso* error el mío, le dijo la olla al comal.
*{LA PALABRA "CRASO", SE APLICA A UN ERROR O EQUIVOCACIÓN QUE NO TIENE DISCULPA.
Se dice que los romanos nunca habían invadido otros pueblos sin tener una excusa para ello (y que de hacerlo, no contarían con el apoyo de los dioses), hasta que Marcus Licinius Crassus, cónsul en 55 a.C. decide invadir Partia, buscando honores para estar a la par con César y Pompeyo, pero en este caso, el cazador fue cazado, ya que los partos prepararon una emboscada genial asesinando a Craso (Crassus) y sus Legionarios (entre ellos, su hijo Publius). Desde entonces, se decía Crassus Errare para referirse a un error como el de Craso (o cualquier error fatal).}
El comal, distraido de sus labores de comal, replicó: "ah chispiajos, ¿por qué eso de craso error el tuyo?
Pues porque volví a creer en tu palabra de comal, por eso.
No te fijes chula, dijo el comal, con su mejor voz grave de comal coquetón. Aunque ni se de qué se trata el asunto, tú no te fijes. Recibe mis disculpas por el mal rato que te hice pasar, cualesquiera que este sea, dime que me amas y dame un beso.

Tanto el comal, como la olla eran de barro. Los alegres colores con los que originalmente habían sido decorados ya no se distinguían tan bien. Pero aun eran atractivos a la vista. Ambos estaban localizados en bordes distintos del fogón, pero, cuando nadie los veía,  ocasionalmente se acercaban lo suficiente para entablar conversaciones y diatrivas filosófico-hermenéutico-apasionadas.
¿Seguro no sabes de lo que se trata, comal? preguntó la olla en tono bajo y aproximándose con movimientos cadenciosos y lentos.
Podría saber y decírtelo, pero no le veo caso a traer a tu memoria cosas molestas. Me importas demasiado... el comal ya se regodeaba por el beso que anticipaba de la olla, no iba a perder la oportunidad de darse un "quien vive" con ella por un simple olvido. "Uno mas" a decir de la olla. Había sido muy paciente, esperando, esperando y volviendo a esperar al comal por días, meses y años enteros. Un comal que no tenía palabra. Recordó la olla alguna cosa que leyó en el diario que avivó el fogón la tarde anterior: "no trates como prioridad a quien te ve como una opción..."

¡Cierra los ojos! dijo la olla cuya temperatura elevada entusiasmaba mas al comal ¡le encantaban las cosas calientes y gratuitas! Obediente, el comal cerró los ojos, la olla lo envolvió con su calor, que unido al calor que emanaba el comal, amenazaba fundirlos en un encuentro mas que ardiente.

¡CRASH!

¿Qué pasó? ¿Quién anda en la cocina? Otilia entró y no vio a nadie. Pero su preciado comal yacía en el piso, fraccionado en trocitos de barro. ¡Pobre comal!

La olla seguía hirviendo sobre el fogón, parecía contenta y despreocupada... sí, pobre comal.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Delicias

Prepara la mesa y café aromático. Esperando la promesa finalmente cumplida, de una charla de altura. Charla sabrosa, escanciada con tópicos de interés general y alguno que otro en particular.

Prejuicios si quieres

A ver si puedo explicarlo. Porque no siempre son buenas las palabras para expresar alguna cosa puntillosa. Aunque también confieso que pueden no ser las palabras, sino la escribiente y sus entuertos mononeuronales. Le dije, en tanto observábamos el entorno y particularmente al vecino de una casa cercana, Lo expresé sin venir a mas: "yo no respeto a los tenderos" ¿Por qué no? respondió. Porque el vecino, siendo un hombre joven y fuerte, se conforma con estar detrás del mostrador de su tienda de abarrotes. Bien podría dejar a su esposa a cargo y salir él a buscar trabajo en otra parte.
Todo lo expresado fue dicho sin conocimiento de causa. Tal vez el muchacho estaba enfermo. Tal vez herniado. Quizás ya había buscado en otros lados y no encontró nada. Pero el caso es, que el vecino era joven, delgado, mas alto que bajito y de pilón guapo. Tenía buena pinta pues, pero era tendero desde que llegamos a esa zona residencial. Y de eso hacía mas de 3 años.
Total, que mi yo especulativo, criticón y prejuicioso. Determinó que tampoco siente particular respeto por los burócratas. Especialmente por los hombres burócratas. Que ese trabajo siento que le va mejor a una mujer. Pero igual se que es un pensamiento prejuicioso. Lo que es estar dentro de una oficina 10 o mas horas, sin una ventana para ver el exterior, chacoteando con el resto de los empleados, comprando baratijas, ropa, pasteles, cosméticos. Perdiendo el tiempo en angas y mangas... no lo respeto.
Tampoco siento respeto por los que chatean en horas de trabajo. Me parece poco ético, una gran falta a su labor y al tiempo de la empresa que les paga.
No respeto a los infieles que teniendo pareja estable tienen relaciones sexuales con otras personas, sin protección. Además de una deslealtad, me parece una soberana estupidez. El sexo ocasional sin protección me sigue pareciendo el juego de la ruleta Rusa. Si se quieren morir, tienen todo el derecho. Pueden jugar con su existencia y atentar contra su vida como, cuando y con quien esté de acuerdo. PERO no con la pareja que ignora las actividades "extracurriculares".
En general tampoco respeto a los cobardes.
Bueno... respeto o TRATO DE RESPETAR a la gente como sea... quizás me expresé mal y lo que no respeto, ni admiro ni ADMITO son las malas acciones concientes y la indolencia.

Recuerdo a un par de mujeres que expresaron sus pensamientos al respecto. La primera era psicóloga y consideró que la excusa de "no pude detenerme" de los infieles, aduciendo a sus necesidades primitivas de cópula, se nulifica por el simple hecho de que si es una necesidad, igual que defecar, puede perfectamente aguantarse. No se anda defecando en todos lados ¿verdad?
La otra fue una cantante, que en el intermedio de su concierto dijo: "señora, si su marido le es infiel, échele gasolina y préndale lumbre" dicho esto en tono de broma, pero dicho al fin y al cabo.


martes, 6 de septiembre de 2011

Raro

A veces no duele tanto.
Sientes, eso sí. Sientes y echas de menos cosas. Pero no que duelan. No que desgarren el alma y así.
Pero lloras sin saber bien cómo ni por qué.
Lloras como cuando dejas (porque debes dejarlo) un sito en el que estuviste feliz de la vida y sabes que no volverás.
Hay lágrimas y lágrimas. A veces sabes el motivo de ellas.
Otras veces, muy extrañas veces no... pero lloras.