sábado, 3 de enero de 2015

¡La encontré!


Eso de ponerse a olvidar cosas a propósitos tiene sus efectos colaterales. Pero un esfuerzo con algo de empeño y siguiendo las pistas tipo inspector Gadget ayudaron.

Cambiando de tema: Ya me fastidió eso de las redes sociales, reconozco que me gusta mas la intimidad de mi blog. Que de tan olvidado, había perdido la llave. El anonimato es un ingrediente importante para decir lo que se me pega la gana sin herir susceptibilidades.

¡Que frío!
Hacía por lo menos dos inviernos que no era necesario sacar abrigos. Hoy sí se necesitan. No se que número de frente frío va, pero nevó en la sierra y mi rancho se pone como congelador. El valle visto desde la sierra de noche, parece un mar de lava ¡me encanta! y supongo que con todos sus bemoles, me seguirá encantando.

¡Que "contentitud"!
Hace frío, ha llovido, encontré la llave y este fin de año no fui donde no quería estar desde que tengo memoria. ¡Ya era hora!

Ah, por cierto. Lo que no me gustó de Madrid fue la comida. Sufrí bastante por los sabores fortísimos de muchas cosas. Dirás (y dirás bien) que procediendo de un pueblo que come cueros de puerco, cabeza de puerco, patas de puerco, colas de puerco, estómago de rumiantes en caldo, gusanos de maguey y tacos en la calle de ve-tu-a-saber-qué-carne sea, no me queda ponerme quisquillosa. Pero es la verdad.

Tal vez ahora disfrute un poco mas lo sabores de la madre patria porque he aprendido a degustar los tintos ¡quien sabe! con suerte el serrano y el selva (¿o era pata?) negra no me sepan tan terrible, como en aquella ocasión.