viernes, 26 de agosto de 2011

Sepa usted QUERIDO MENTIROSO

Que Bernard Shaw tuvo un amor epistolar.

"De pronto, el empecinado misógino cayó en las redes de la señora Campbell: "Me sentí enamoradísimo, comencé a soñar y a soñar y a caminar por el aire toda una tarde y el día siguiente, tal como si mi próximo cumpleaños fuese tan sólo mi vigésimo aniversario. Nunca ha habido nada tan sublime y tan ridículo en toda la historia del mundo. Estuve enamoradísimo durante casi treinta y cinco horas".

Dice Gannon: "De esta época data la increíble correspondencia de Shaw y Mrs. Campbell, que acaba de publicarse (1971) en Londres. Las cartas son conmovedoras, siempre ingeniosas, a veces ligeramente ridículas.
La primera, del 6 de febrero de 1913, comienza por repetir el nombre de Stella 29 veces?". [...]

¿Por qué no?
Un amor espistolar es mas satisfactorio y hasta sublime, que muchas realidades crudas.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Paréntesis


De esos pocos días en que parecía la vida perfecta. Todo estaba donde y como debía estar. La felicidad se nota. Así que aquellos ojos siguieron buscando la mirada con insistencia. No se repitió. Por supuesto que  el interés del hombre fue notorio. Una mujer sabe. ¿No dicen que los ojos son el espejo del alma? Pero después de cruzar su mirada y una secreta sonrisa con él unos segundos. No volvió la mirada ni una sola vez. Siguió caminando erguida, con pretendida indiferencia. Sabía que aquellos ojos la seguían viendo con interés. Era bien parecido, un señor distinguido que rondaba los 60 años. Le resultó agradable. Todo a golpe de una sola mirada.  Una media sonrisa, mirada intensa que se cruzó con la del hombre por breves segundos. Pero no estaba lista, se dijo. Todavía no. 
Lo rescatable fue sentirse mas viva, mas atractiva, mas segura... mas mujer.

Oye! -exclamó la rubia que caminaba a su lado- ese señor no te quitaba la vista de encima ¿te diste cuenta? 
- No -mintió- ¿de qué señor hablas?
- El que está sentado en la terraza del restaurante donde cenamos anoche ¡buscaba tu mirada!¿no te diste cuenta?
- No -volvió a mentir- y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
- Pero si hasta se volvió en la silla ¡le gustaste! era un señor canoso, guapetón, bien vestido que te miraba con insistencia, buscaba tus ojos ¿en serio no lo notaste? 

Quitarle en el entusiasmo a la amiga fue mas fácil que olvidar esa mirada. Hacía mucho, pero mucho tiempo que no se detenía a ver el paisaje humano masculino. Las heridas en el alma es lo que dejan. Cicatrices que nublan la vista... y una llega a pensar que es para siempre. 

Pátzcuaro es un pueblo mágico... es verdad.

sábado, 13 de agosto de 2011

Los sagrados alimentos cárnicos.

Aquello era la gloria para todos los miembros del club de las compras compulsivas. Chácharas, triques, colguijes, dulces, juguetes y artesanías por doquier ¡Todo baratísimo! (aunque después no encontraras donde colocar tanto cachivache) Se podía comprar en todos lados: locales establecidos. En banquetas. Bajo toldos de lona o de tela. A cielo raso de noche. En puestos semi permanentes o permanentes. A pleno sol o bajo la lluvia.
Supe entonces lo que eran las chachareras profesionales. Todas esas señoras que viajaban en el mismo vehículo que yo, entusiastas de las compras, hicieron gala del bien merecido título. Las paradas del autobús en el que viajábamos, eran, además de "técnicas"* solo para dar gusto a las cazadoras de ofertas y baratijas. Bajaban en tropel y regresaban dos, tres o cuatro horas después, cargadas de objetos innecesario. Con la mirada vidriosa, como intoxicadas de ofertas. Sonriendo como si en lugar de sangrar sus bolsillos, les hubiesen inyectado alguna suerte de energía portentosa. Así fue desde que pisamos tierras michoacanas.
El territorio michoacano es muy hermoso. Para los hijos del desierto ofrece matices de verde que son un regalo a nuestros ojos. Pero igual que hermosos paisajes, ofrece a la vista las chozas de la gente que vive en condiciones de mucha pobreza. Chozas manchadas de lodo añejo, por la sempiterna lluvia.
Esa impresión tuve.

Michoacán y sus carnitas de cerdo en cada esquina.
Vas pasando por las banquetas y los vendedores casi te meten un bocado de aromáticas carnitas arropadas en tortillas de maiz. Tacos, trozos, bocados de carne de cerdo para donde miraras. La primera vez, vaya y pase. La segunda vez ¡bueno!. Pero mas veces ¡no! ¿Comer, desayunar y cenar carne de cerdo? En cuanto a gastronomía michoacana, parecía que solo carnitas había por doquier.
Para delicia de mis compañeras de viaje que son amantes de la carne de cerdo. Y de comer cuanta cosa se les atravesara en la calle: granos de granadas en vasos con chile y limón, tunas peladas, esquite de maiz con epazote y salsa picante. Unas bolitas amarillas que no tuve el arrojo de probar, sazonadas igual que las demás cosas, con chile y limón. Por descontado papas fritas y mas cosas preparadas en cazos al aire libre.

En las tardes/noches lluviosas de Pátzcuaro, conocimos los uchepos y las corundas. Que vinieron a salvarnos de un ataque de colesterol y triglicéridos galopantes.

Uchepos solos, con café y corundas de queso ¡una delicia! Fue ahí donde conocimos a un personaje digno de mención. Una mujer trabajadora, ama de casa y madre de familia que virtualmente se raja el alma para sacar adelante a sus hijos. Nos narró de manera sencilla su trajín diario.
Las "incomodidades" sufridas por las viajantes se volvieron nada, comparadas con lo que esa buena mujer hace diariamente para darle estudio a sus hijos.

En Pátzcuaro están prohibidos los letreros luminosos de neón. Por ley, los anuncios publicitarios deben ser del mismo color (negro) con la primera letra de color rojo quemado. También está prohibido el ambulantaje, pero la señora de las corundas deliciosas se salvó por el arrojo y la fuerza que tuvo para enfrentarse a las autoridades.

sábado, 6 de agosto de 2011

Abrir los ojos

Pasa sin quererlo, premeditarlo o desearlo. Pero pasa a veces. Los actores principales de alguna trama se convierten en héroes o verdugos. Víctimas o victimarios. Entidades superiores... o simples seres humanos.
Hacer es hacer. Mantenerse en movimiento con la vida es necesario. Si te quedas a lamentarte paralizada por la indecisión y las dudas. A llorar, a lamerte las heridas, a suspirar por lo que fue y ya no es. Y no sigues, no avanzas. Te descolocas. La vida (tan sabia ella) entonces te mueve a empellones.

Yo soy de las que aprenden a la mala. A puro "mazapanazo en el tragamaiz"... la vida me empujó una vez mas.
Si tienes quien te ame, eres afortunado ¿no lo ves?
Pero si amas, aun sin esperanza, eres increíblemente afortunado.

Bebamos café. Uno negro, fuerte y sin azúcar para ti. El mío fuerte, muy caliente y con sustituto deslactosado de crema y splenda.

.....CONTINUACIÓN.....
Jalisco. 16 de julio.  Pasamos una sola tarde/noche en Guadalajara y a la mañana siguiente salimos con rumbo al estado de Michoacán.

Michoacán es tierra verde, muchos árboles, plantas, bellezas naturales y... pobreza. Llovía. De hecho todos los días que pasamos en Michoacán llovió. Michoacán era el "coco" en nuestro viaje (es que Sinaloa ya es historia vieja, de lo que había que cuidarse era de los frentes nuevos de los cárteles) Nos lo habían advertido muchas personas. Pero atenidos al itinerario, seguimos por ese rumbo... con el ánimo medio arrugado por lo sucedido a la salida de Los Mochis, pero le seguimos.

Paracho fue el primer pueblo que tocamos. Es el lugar donde la tradición oral dice que se fabrican las mejores guitarras de México. Había cualquier cantidad de talleres artesanales y guitarras de todos tamaños. Desde llaveros diminutos, hasta enormes "tololoches".

Debíamos desayunar en ese lugar, porque aun faltaban varias horas de viaje hasta el siguiente punto. Mis amigas se dirigieron hacia un lugar en concreto. Una especie de mercado municipal (otra vez). Iban en busca del platillo mas típico de la región. Las carnitas de cerdo. Aseguraban que era lo mas delicioso que habría de probar.  El mercado, aunque mas pequeño que el de Guadalajara, tenía casi la misma disposición de puestos de comida. Atestados. Todos vendían carnitas de cerdo. Maluz, Linda y Oralia se sentaron alrededor del puesto elegido, en bancas de madera. Las imité presa de un sentimiento muy parecido a la angustia. Ordenaron la carne. Yo protesté, porque en lugar de cerdo -que le tengo mucho respeto- quería borrego.
"¡Nada qué! el que viene a Michoacán y no prueba las carnitas de puerco, ¿a qué viene pues?" dijeron mis amigas. Hicieron caso omiso. En ese sitio servían las órdenes de carne en trozos de PAPEL de carnicería. Enseguida que te daban tu "servicio", una señora se acercaba a preguntar si querías tortillas. Te las traía calientes, también envueltas en papel. Pero las tortillas no eran blancas o amarillas, ¡eran de color azul! Provenían del maiz de ese mismo color. Había que comer obviamente con las manos, sirviéndote de las tortillas como cuchara o tenedor.

Para mala suerte, doña hipocondríaca voz-de-flauta y su otelo marido se sentaron enseguida de Linda, que estaba a mi izquierda. Se supoía que la señora estaba convaleciente de no se que operación. Se suponía que no debía comer alimentos sólidos. Pero le entró con fe a las carnitas y casi en seguida comenzó a boquear, como pez fuera del agua, haciendo el intento de vomitar ahí mismo, en nuestras narices. Sobre la barra de servicio del distinguido lugar.  Cerré los ojos y elevé un quejido teológico. ¡Ay Dios mío! ¡NO POR FAVOR!

Afortunadamente la cosa quedó en amago. La señora le regaló a mis amigas su agua de chía. Se retiró del lugar ayudada por su resignado galán y Oralia, para horror mío, bebió de aquello como si tal cosa. Al notar la mirada que le dirigí, se defendió: "¿qué? el agua estaba limpia, ¡doña hipocondríaca no le había tomado!"

No dije nada, pero sudé frío. ¿Con qué agua harían esas bebidas refrescantes? El mercado exudaba mugre por todos lados. ¿Solo mis ojos veían aquel pintoresco lugar como en color sepia?

Yo prefería beber agua embotellada ó refrescos envasados. Con todo y el escudo de antibióticos circulando por mi organismo. Mas valía ser precavida.

Piel de letras estaba resultando mucho mas quisquillosa de lo que creía ser.

viernes, 5 de agosto de 2011

Lo que me dio valor

Prólogo... o algo así.

Un par de días antes de mi salida "tierra adentro" (vivo en la punta norte de la península de la Baja California) estuve muy enferma. Pesqué una infección de garganta con efectos desastrosos para mi organismo. Debido a eso, iba cargada de antibióticos, antiinflamatorios, antipiréticos, lactobacilos, (5-metoxi-2-[(4-metoxi-3,5-dimetil-piridin-2-il)metilsulfinil]-3H-bencimidazol)*,  C: 13; H: 22; N: 4; O: 3; S: 1**, vitaminas, complementos vitamínicos y mas.
Eso me dio valor para probar alimentos extraños, de sospechosas condiciones higiénicas en los sitios a los que fui casi arrastrada por mis amigas. Aunque en primera instancia tuve buen cuidado de seguir el tratamiento indicado por el médico hasta finalizarlo. Siete días exactamente. 
Con todo y eso, cerraba los ojos y elevaba una oración antes de cada comida... oración que no era precisamente la de dar gracias, sino aquella que elevas antes de dar un clavado doble mortal al frente, desde la plataforma de 10 metros.
No, no acepté una torta ahogada aquella primera vez en Guadalajara. Por muy protegida y atiborrada de antibióticos que me sentía, mi temeridad no fue tanta. Se dice por estos lares, que: "el miedo no anda en burro".
De acuerdo. Mi ciudad, capital del estado de Baja California, está atestada de restaurantes de comida china. De los cuales ¡se dice-cuenta-rumora cada cosa!. También abundan las taquerías de carnes asadas y taquerías de carne de cabeza de res, chivo y borrego (que se cuenta/rumora en los anales negros de la historia, que son borregos y chivos bilingües porque además de balar ¡ladran!) Pero vayamos entendiendo que los anticuerpos de los cachanillas ya están preparados para estas cosas. Además de aquello de que "ojos que no ven..."

Oiga usted, ya se que el año pasado probé los gusanos de maguey fritos en la capital de la República. PERO, fue solo a instancias e insistencia de mi conocedora amiga Naná. Además era la semana de los "bichos" en un restaurante reconocido y lindo en pleno corazón de Coyoacán. Muy finolis, con cava de vinos, terraza y meseros de esos que te colocan las servilletas DE TELA en las piernas. Si es que había cucarachas no las vi. Tampoco vi mugre. Es mas, no me vi ni a mi en el espejo del fondo de la planta alta (después de un par de mezcales) y casi saludo a mi reflejo. Mis amigas Naná y Tita pueden dar fe. Porque se desternillan de la risa cada que recuerdan el incidente aquel.

Total y aterrizando. Otros tiempos, circunstancias diferentes.

No quise mimos (bueno... no muchos, porque en el Camino Real además de los chocolatines en la almohada y los saquitos con obsequios y detalles lindos, hacen la cama por la mañana y la deshacen a la tarde/noche para evitarte la molestia. Te colocan pantuflas y un albornoz para tu uso exclusivo). Esta vez las cosas no eran de ese modo. Por lo tanto decidí que "al pueblo que fueres".

AUSTERIDAD señores. ¿Para qué una habitación lujosa si solo íbamos a dormir y asearnos en ella?
Lo que luego aprendí es que en custiones de austeridad hay varios matices que van desde lo modesto a lo espartano.

Esta imagen ES una exageración por supuesto.
En mi habitación no había crucifijo
 ;-)


*Omeprazol
**Ranitidina

miércoles, 3 de agosto de 2011

La Perla Tapatía

El lugar para dar inicio "formal" al tour fue la ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco. Llegamos el sábado por la mañana. Trasnochados, cansados y con la ropa de dos días puesta; 45 almas en total. El hotel donde nos instalamos, si bien sirvió para lo necesario, dejaba mucho que desear. El barrio mas. Recordé el último sitio donde me había hospedado. Las habitaciones del Camino Real en el D.F. y del Crown Plaza en Querétaro. De muchas estrellitas los dos. Las atenciones de mi amiga Naná y su amado Sir William en ambos lugares. Restaurantes gourmet, comidas selectas, vinos deliciosos, aromático café y vistas maravillosas.
Esto era ligeramente distinto ¿querías folklore, Piel de letras?
Sí, definitivo. Pero del "folklore bonito". De ese colorido nativo, original, con barro, palma, paja, mariposas y flores. El sueño aquel de viajar por tierra, "rancheando", llegando a cada lugar que llamara mi atención. Conociendo sitios, pueblos, gentes, costumbres, sabores, aromas, texturas ¡cosas así!
Los destinos turísticos famosos como Guadalajara, lo que tienen es... mas mugre de la que esperabas encontrar, graffitis, basura, vandalismo y una "fayuca" impresionante. No estoy siendo malinchista, que conste. Cuando estuve en París (hace algunos ayeres), lo primero que se me ofreció a la vista fueron: la basura, los graffitis y un borrachín tirado a la sombra de un árbol en plena vía pública.

Pero yo esperaba mas de La Perla Tapatía... algo que no encontré a golpe de vista.

Mis entusiastas amigas y compañeras de habitación, determinaron que saliéramos a comer así como íbamos vestidas. En cuanto arrojamos las maletas al cuarto del hotel, salimos para ganar el elevador, porque solo había dos diminutos elevadores y el hotel(ucho) estaba atestado. Cruzando la calle frente al hotel estaba la "plaza del mariachi" y al lado derecho de este, el Mercado de San Juan de Dios. Hacia ese lugar nos dirigimos.

Para mi sorpresa, ahí fue donde decidieron comer mis amigas. En la segunda planta de un mercado atestado de gente. No se veía muy higiénico, tampoco hacía buen clima. Y definitivamente, de no haber perdido 3 a 1, ni en sueños habría sido mi primera elección.


martes, 2 de agosto de 2011

Nayarit

"Hijo de Dios que está en el cielo y en el Sol", eso significa, en lengua cora, la palabra Nayarit.
Pasamos sin pena ni gloria por ese estado de la República mexicana. Era un húmedo y caliente amanecer. Ya comenzaban a verse mas y mas tonalidades verdes. El desierto había quedado atrás.  Hicimos solo una "parada técnica" en un area de descanso. Bajé del bus a comprar café. Había escarabajos negros por todos lados. Tuve cuidado de no pisarlos. Parecían pinacates, y esos bichos apestan muy feo si los aplastas o si se sienten amenazados. Había llovido, aparentemente gran parte de la noche.
Ojos arenosos, huesos adoloridos, músculos tensos. Era la condición en la que nos encontrábamos todos (supongo) después de mas de 30 horas de viaje. Nayarit no era destino para nosotros esta vez. Solo estuvimos de paso y nos detuvimos brevemente un par de veces.
Las vecinas del asiento a mi derecha, pasillo de por medio, comenzaban a perfilarse como personajes especiales. Debían andar rondando los setenta años de edad. Una tejía, la otra hablaba y hablaba. Nietos, dolencias, puntos de tejido, necesidades fisiológicas no satisfechas del todo, laxantes y diuréticos. Medicamentos  horarios y necesidades alimenticias especiales. Aquello pintaba para peor a medida que avanzábamos en nuestro recorrido. Las señoras no bajaban mucho el volumen. Parecían ir concentradas en lo suyo sin tomar en cuenta a nadie mas. Gran error de primera impresión. Eran unas "metomentodo" como pudimos constatar mas temprano que tarde. "Doloritas y Crisanta" las llamaré porque de alguna manera habría de identificarlas. Doloritas, la tejedora. Mas apasible y moderada que su amiga. Crisanta, la parlanchina. Debió sufrir alguna embolia o parálisis facial en el pasado. El lado izquierdo de su rostro daba la impresión de estar derritiéndose. Condición que no le impedía socializar en lo absoluto.
Una señora con estropajosos cabellos rubios a fuerza de decolorantes. Alta, de ojos verdes muy pequeños, hundidos en un mar de arrugas prematuras y la voz mas desagradablemente aguda que he escuchado en mucho tiempo venía con su marido. Nada mas al vernos, nos contó que estaba recién operada de no se que cosa. Luego procedió a levantarse la blusa y mostrar la evidencia a quienes quisieron ver. Añadió que no podía comer alimentos sólidos, que estaba convaleciente y que se sentía muy mal. Contó con pelos y señales el procedimiento quirúrgico al que fue sometida. Había perdido 16 kilos con el procedimiento dijo. Iba enfundada en unos ajustados leggins azules que no dejaban nada a la imaginación. Llevaba una blusa roja y muy corta ceñida al cuerpo. Sus huesos afilados y la escaséz de carne donde la espalda pierde su nombre eran como un imán para la vista de todos. Imagino que la pregunta era unánime: ¿cómo, en el nombre de todos los cielos, se había animado esa mujer a vestirse así? ¿Qué le había dado valor para semejante suicidio del buen gusto?
Hasta los niños, al verla, no podían evitar seguirla con la vista haciendo gestos de ¿what?
El colmo fue el añadido hecho con énfasis: "estaba harta de que su marido la celara tanto desde que había perdido peso"
Ellos eran la señora hipocondríaca y su celoso señor marido.
Mis vecinos del asiento posterior.

¿Cómo fue que se me ocurrió hacer ese viaje en autobús?
Me hice muchísimas veces esa pregunta durante el recorrido.

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Cómo saber?

Entre las cosas que "no hubiera hecho" por mi cuenta, estuvieron: leer un libro de Carlos Cuauhtémoc Sánchez (aunque yo llevaba mi propia literatura, la verdad es que me sigue dando flojera "El péndulo de Foucault")  y ver una película de esas que no me gustan ni de pasadita. Es decir, leí un libro completito porque tenía buen tamaño de letras y vi una película de corte religioso-cristiano debido a que en un trayecto de mas de 35 horas en autobús, no hay demasiadas opciones.
Tengo una amiga que es adicta a los libros de auto-ayuda. Y como no me gusta demasiado que me insistan con ciertas cosas, a veces concedo, sin demasiado entusiasmo.
El trayecto parece interminable por el desierto de Sonora. Cuando se viaja por tierra, hay que cruzarlo todo y chutarse además el estado de Sinaloa, con clima caluroso y extremadamente húmedo. Paisajes secos, calientes, desérticos y peligrosos (por lo que se dice de Sinaloa y sus cárteles) por cierto que comentaron mis compañeras de trayecto, pasamos por donde acababan de asesinar a 10 agentes en una emboscada, sobre la carretera internacional, adelante de la ciudad de Los Mochis, donde recientemente habíamos parado a cenar. Iban en busca de alguien a quien no encontraron y por no irse de "oquis", dejaron sobre el asfalto a los agentes de la ley. Me enteré del terrible suceso después de lo acontecido, porque afortunadamente iba dormida.
Eso nada mas de entrada, dejó una desagradable sensación en el ánimo. Nos habían advertido que las cosas estaban feas y peligrosas en el estado de Michoacán, pero mucho antes de llegar, la violencia imperaba, al parecer, en todos lados.
El autobús iba lleno. Sobre todo de señoras. Algunas de 60 y mas. Dos o tres familias completas. Dos parejas maduras. Pocos adolescentes, tranquilos y educaditos todos. Un par de pre-adolescentes muy mimados, y mujeres entre los 30 y 50 años de edad.
El espacio personal en esas circunstancias se ve muy reducido. Abarca el asiento donde te toca ir. El portaequipaje sobre tu cabeza y el espacio bajo tu lugar. Un escuálido e incómodo reducto.

"CONTRAVENENO"... el libro de Carlos Cuauhtémoc Sánchez... el alma envenenada de una mujer por la traición de su compañero de vida... errores de ambos... catastróficas peleas... un tipo infiel que vuelve a serlo una, otra, y otra vez... "perro que traga huevos, ni rompiéndole el hocico aprende"... mujer herida, dolida, airada, iracunda, violenta, destructiva, vengativa, deprimida... negada. ¡Ughhh!

"EL BOMBERO QUE SE HIZO CRISTIANO"... en realidad no es ese el título de la película, pero por ahí va... una anciana pregunta a la protagonista casi al final: "¿Cómo sabes que no hará lo mismo cuando esté contigo?"... en referencia al tipo que sabiéndola casada, la corteja... si un tipo casado, corteja a una mujer casada... luego a otra... y a una mas... ¿qué te hace pensar?
Una primera vez, es CASUALIDAD.
Dos, es COINCIDENCIA.
Tres, es ACCIÓN HOSTIL... o patrón de conducta.

¡Mira nada mas las cosas que una tiene frente a la nariz y no ve... hasta que las nota!

Y esto nada mas comenzando el viaje... aun no llegábamos a Nayarit.