lunes, 12 de diciembre de 2011

Fin de semana en Ensenada

Quiero enfatizar, que si un queso se ve repugnante, es muy probable que sepa así.


Fue un fin de semana de chicas. Invité dos primas a las que hace mucho no veía, a pasar un par de días en Ensenada. Compré queso de cabra con nueces, pan de costra y pasamos la velada del viernes charlando, bebiendo una botella de sangría, queso y pan en casa. 

Relajadas y contentas al día siguiente visitamos el puerto, la marina, la playa, la macro plaza del mar, la galería de Fausto Polanco y terminamos de nueva cuenta con velada en casa. Compré esta vez una garrafa de cuatro litros de tinto porque íbamos a tener visitas el sábado. Otra velada agradable y muy relajada. Aunque el vino era barato, cumplió sus funciones muy bien. Regresaríamos a Mexicali el domingo, al filo del medio día para no bajar la sierra a oscuras. A la salida del puerto, mas tarde de lo previsto, llegamos de pasada al pueblo de San Antonio de las Minas, a la cremería donde hay degustación de quesos varios. 
Había queso con romero, de sabor fuerte pero sabroso. Queso con semillas de girasol, mas suave, pero igualmente sabroso. Adquirí 5 tipos diferentes de quesos saborizados. Ajo, romero, aceituna negra, semillas de girasol y pimientos. Mi prima Patty, que no había probado semejantes cosas con anterioridad, probaba y aprobaba  todo lo que yo probé primero. 

Le estaba encantando el asunto de probar el queso con sorbitos de vino. Al final de la fila de quesos en exhibición, había un queso de aspecto extraño que superaba con mucho el precio de los demás. No me pareció apetecible a simple vista, pero dado que mi amiga Naná dice que el sentido del gusto hay que desarrollarlo porque también es cuestión cultural, ahí te voy, a probar el horroroso y carísimo queso aquel.
Al sentirlo en mi boca y pasarlo con dificultad sin masticarlo mas de un par de veces, dije: "no va a gustarme este queso" dirigiéndome a la dependienta que nos atendía y por añadidura a mi prima. El sabor era fortísimo, imaginé que ni con vino podría agarrarle el gusto al adefesio caro y asqueroso aquel.  Estaba cubierto de moho oscuro y duro. De haberlo encontrado en mi refrigerador no habría dudado en tirarlo, porque ni a mis perritas me habría animado a dárselos. Pero costaba casi 300 pesos el kilo, contra los 120 pesos por kilo que costaban los demás quesos. Así que con asquito y todo no me quedé con las ganas de probarlo. 

Le pasé el resto del queso que me había tocado a mi prima, "no está bueno" volví a repetir sin aspavientos. 
¿No te gustó? dijo la prima, embuchacándose todo el trozo que le pasé.

Aquello fue un poema. 

Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas, sus pupilas se dilataron y me miró con espanto, a punto de vomitar en medio del local. Se detuvo de hacerlo porque Dios es grande y salió como alma que lleva el diablo a escupir en la calle. Tuve que comprarle un par de tortuguitas de nuez cubiertas de chocolate y caramelo para eliminar el mal sabor que la pobre prima tenía en su boca. 

No paré de reír en todo el camino de regreso a casa. Dijo que se había animado a probar porque yo no hice gestos y hablé con mucha tranquilidad cuando le dije que no me había gustado. 
Pero es que ya con anterioridad había probado gusanos de maguey con bastante repulsión para encontrarlos deliciosos después. Así que quise darle oportunidad al queso aquel. 

¡Que quede entendido y anotado! si un queso se ve asqueroso, es muy probable que así sepa.