miércoles, 28 de marzo de 2012

Demonios, sapos y culebras

Detrás de un pedante hay un niño inmaduro, con un ego tan empobrecido, que para engrandecerse, necesita aplastar y evidenciar a los demás. 


Tener cultura, estilo, ortografía impecable y educación no es lo mismo que ser pedante. 


"Los pedantes son personas afectadas por demonios infernales, que les poseen y les llenan la cabeza de cultura a chorrón. Como resultado, un ser humano normal puede comenzar a hablar de forma excesivamente rebuscada.
El verdadero mal de este tipo de posesión infernal, es que cualquiera mínimamente inteligente se puede ver afectado, convirtiéndose inmediatamente en un pedante. 
Entre los síntomas evidentes que presenta un individuo que se ha convertido en un pedante están:
  • Hablar de forma rebuscada, empleando palabras de 14 o más sílabas, y si es posible con acento sobresdrújulo, esto es, donde nunca nos enseñaron que las palabras podían tener acento. Ejemplo: "Supercalifragilisticoespiálidoso" (Nótese que el acento está más allá de la antepenúltima sílaba)
  • Emplear palabras en desuso, por lo menos, desde el siglo XVIII. Ejemplo: "Sed venturoso en vuestras fazañas, oh hidalgo y gentil caballero ecuestre. Pues me sería de honda penuria vuestra caída en fiera lid"
  • Hablar en latín, o emplear palabrazos en esa lengua. Ejemplo: "Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscium elitae."
  • El empleo de una cantidad excesiva de tecnicismos o de una jerga concreta fuera del entorno adecuado, más concretamente en el entorno coloquial y, en el peor de los casos, de bares con los colegas o ligando. Ejemplo: "Saludos, admirado colega. Tal vez requiera de tu apoyo en una tarea algo compleja con el montaje del documento audiovisual, que el maestro nos encargó para adquirir un incremento de la calificación en la materia"
  • Si alguien dice "osease" con mucha frecuencia, también es un pedante.
  • En caso de que el pedante pase sus horas delante del libro de matemáticas -«matemática», lo llama él- (o algo parecido) y alguien le pregunte sobre algún teorema del que le ha oído hablar en algún acto de pedantería, el pedante a debate empezará su párrafo con un «Muy fácil/sencillo» seguido de varias herejías con muchos «¿Lo entiendes? ¿Ves que fácil?» intercalados. Las ganas de su audiencia de partirle la cara en el acto crecen exponencialmente durante su charla." [...]


¡Ahhhhh!
Ya me siento mejor. 
Haber leído comentarios pedantes, aunque no fueran dirigidos a mi, me sulfura. Por cierto que en Imaginarios hubo quien, de manera anónima, hizo un comentario por el estilo, pero, en honor a la verdad, ese en particular me resultó divertidísimo.

**************************

ACLARANDO a destiempo, pero mas vale tarde que nunca. Lo remarcado en azul no es de mi autoría, sino "fusilado" de la red. Solo lo que está en color oscuro (exceptuando las itálicas debajo de la foto de Sherlock Holmes) fueron/son mis pensamientos  de ese entonces CASI UNA BROMA mas bien personal. Ruego de la manera mas humilde a quien haya "sentido pasos en la azotea", es decir, a quien o quienes se hayan sentido aludidos, disculpen a esta Insumisa mujer que se deslengua merced a su apasionamiento galopante. No me disculpo por decir lo que pienso, pero sí por lastimar, incordiar o molerle el hígado a quien no lo merezca. 
Por lo que valga y con sinceridad.
Insumisa

miércoles, 14 de marzo de 2012

Se llama Cedric


Ha descubierto un método mas efectivo que ponerse bravo. Se derrite literalmente. Sus músculos y huesos pareciera que dejan de sostenerlo y queda todo echo como bulto peludo en peso muerto. No se quiere salir, eventualmente le dejo entrar y pasar un rato con su hermana, su madre, su abuela y su tía. Pero es macho, hace marcadero de territorio en las patas de los muebles. Luego debo pasar buscando charcos y limpiado los estragos. Si ve que salgo al patio, me sigue, siempre pegado a la puerta, por si decido regresar intempestivamente. Cada vez me cuesta mas trabajo engañarlo, sabe de mis movimientos tácticos, pero me sigue donde quiera que voy, aunque esto le cueste el destierro al patio. Ayer me hizo reír mucho, se quedó sentado como oso de peluche en un rincón cuando intenté sacarlo de la sala. ¡Se veía tan chistoso!
La verdad es adorable. Pero aun no aprende a respetar las patas de los muebles.
Cedric derretido

lunes, 5 de marzo de 2012

Fracturada

"Es bastante complejo cuando la tortuga se ha partido el caparazón debido a una fuerte caída, pues el veterinario la deberá desinfectar, curar y poner una especie de resina para rellenar el faltante. Además deberá colocar alambres para que el caparazón se quede en la posición correcta."  
A medida que su amiga contaba la odisea de la tortuga fracturada, le nacía el deseo de conocerla personalmente. Solo había una problema. Cuando alguien desconocido se acercaba al estanque, todas las tortugas desaparecían bajo los lirios acuáticos o bajo la pequeña playa recientemente instalada. El estanque de las tortugas quedaba frente a la construcción mas alta de todo el terreno. Garaje en la parte inferior, un estudio grande en la planta alta con terraza pequeña y vista magnífica. Había también un departamento de dimensiones no muy grandes, pero bastante completo.

Cada mañana, antes de subir, se acercaba tan sigilosamente como podía para tomarlas por sorpresa, pero no había modo. Invariablemente detectaban sus pasos y se sumergían por un rato largo. Entonces cortaba un par de mandarinas del árbol que daba sombra al estanque y subía las escaleras de caracol llevando sus pasos hasta el estudio. Dejaba las mandarinas sobre el fregadero de la cocineta, se colocaba el mandil y se ponía a trabajar. Era el segundo curso de encuadernación.

Al trabajar a solas, de pronto imaginaba la tortuga cayendo al vacío. Aterrada, sin saber lo que le estaba pasando. Aturdida por la vertiginosa caída. Finalmente imaginaba el terrible dolor al estrellarse contra el piso. La fractura ensangrentada que la dejaba sin aliento y con la espantosa sensación de estar partida en dos. Luego se hacía el silencio en su cabeza. Podía sentir un nudo doloroso en la garganta. Necesitaba conocerla. Aunque su amiga Naná le aseguraba que la herida ya había cicatrizado y la tortuga recuperada de su fractura, se adaptó perfectamente a la vida y a la compañía en el estanque. Quería comprobarlo.

Sucedió una mañana soleada. Naná alimentaba generosamente a las tortugas. Estas se volvían menos tímidas en su presencia. Nadaban tan rápido como podían para ganar los bocados que les arrojaba. Unas atrapaban los charales que abundaban y eran criados ex profeso para complementar la dieta de las tortugas. Varias tomaban el sol en la playita inclinada del estanque. Allí estaba ella. Grande, descarada, luciendo una cicatriz enorme e impresionante  sobre su caparazón. Parecía no importarle. Disfrutaba del sol como las demás. Parecía contenta. Comía con buen ánimo. La cicatriz era su trofeo de guerra, Estaba curada.
Esa tortuga le dio esperanza. 
Su propia herida iba a sanar alguna vez. Entonces, sin importar lo horrendo del dolor sufrido, sanaría completamente. Podría tomar el sol y disfrutar nuevamente de la vida. La cicatriz, aunque grande, no dolería mas.