viernes, 5 de agosto de 2011

Lo que me dio valor

Prólogo... o algo así.

Un par de días antes de mi salida "tierra adentro" (vivo en la punta norte de la península de la Baja California) estuve muy enferma. Pesqué una infección de garganta con efectos desastrosos para mi organismo. Debido a eso, iba cargada de antibióticos, antiinflamatorios, antipiréticos, lactobacilos, (5-metoxi-2-[(4-metoxi-3,5-dimetil-piridin-2-il)metilsulfinil]-3H-bencimidazol)*,  C: 13; H: 22; N: 4; O: 3; S: 1**, vitaminas, complementos vitamínicos y mas.
Eso me dio valor para probar alimentos extraños, de sospechosas condiciones higiénicas en los sitios a los que fui casi arrastrada por mis amigas. Aunque en primera instancia tuve buen cuidado de seguir el tratamiento indicado por el médico hasta finalizarlo. Siete días exactamente. 
Con todo y eso, cerraba los ojos y elevaba una oración antes de cada comida... oración que no era precisamente la de dar gracias, sino aquella que elevas antes de dar un clavado doble mortal al frente, desde la plataforma de 10 metros.
No, no acepté una torta ahogada aquella primera vez en Guadalajara. Por muy protegida y atiborrada de antibióticos que me sentía, mi temeridad no fue tanta. Se dice por estos lares, que: "el miedo no anda en burro".
De acuerdo. Mi ciudad, capital del estado de Baja California, está atestada de restaurantes de comida china. De los cuales ¡se dice-cuenta-rumora cada cosa!. También abundan las taquerías de carnes asadas y taquerías de carne de cabeza de res, chivo y borrego (que se cuenta/rumora en los anales negros de la historia, que son borregos y chivos bilingües porque además de balar ¡ladran!) Pero vayamos entendiendo que los anticuerpos de los cachanillas ya están preparados para estas cosas. Además de aquello de que "ojos que no ven..."

Oiga usted, ya se que el año pasado probé los gusanos de maguey fritos en la capital de la República. PERO, fue solo a instancias e insistencia de mi conocedora amiga Naná. Además era la semana de los "bichos" en un restaurante reconocido y lindo en pleno corazón de Coyoacán. Muy finolis, con cava de vinos, terraza y meseros de esos que te colocan las servilletas DE TELA en las piernas. Si es que había cucarachas no las vi. Tampoco vi mugre. Es mas, no me vi ni a mi en el espejo del fondo de la planta alta (después de un par de mezcales) y casi saludo a mi reflejo. Mis amigas Naná y Tita pueden dar fe. Porque se desternillan de la risa cada que recuerdan el incidente aquel.

Total y aterrizando. Otros tiempos, circunstancias diferentes.

No quise mimos (bueno... no muchos, porque en el Camino Real además de los chocolatines en la almohada y los saquitos con obsequios y detalles lindos, hacen la cama por la mañana y la deshacen a la tarde/noche para evitarte la molestia. Te colocan pantuflas y un albornoz para tu uso exclusivo). Esta vez las cosas no eran de ese modo. Por lo tanto decidí que "al pueblo que fueres".

AUSTERIDAD señores. ¿Para qué una habitación lujosa si solo íbamos a dormir y asearnos en ella?
Lo que luego aprendí es que en custiones de austeridad hay varios matices que van desde lo modesto a lo espartano.

Esta imagen ES una exageración por supuesto.
En mi habitación no había crucifijo
 ;-)


*Omeprazol
**Ranitidina

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