miércoles, 16 de marzo de 2011

No me quejo

Pero se ha ido. Con ella se fue algo muy importante... supongo. Aquella sensación quemante me ha dejado. Creí en su momento que no terminaría jamás. No es que la eche de menos. Se quedó el pálpito de la tristeza. Leve, sempiterna al parecer. Pero no me fío. Si aquella se fue, imagino, porque quiero hacerlo, que la tristeza terminará por desaparecer también. 

2 comentarios:

Soros dijo...

La tristeza es recurrente y casi nunca le faltan motivos para aparecer. Otra cosa es que estemos en disposicón o no de recibirla. Que cada cual tiene sus días y sus pelendengues.
Y, yo creo, que, de pelendengues, anda usted sobrada. ¡Que le den por ahí a la tristeza!

Insumisa dijo...

Querido señor Soros:
no se qué tan pedelengue ande yo, pero igual no me quejo. Estoy aprendiendo a vivir un día cada vez, sin "futurear" o instalarme en el pasado. A veces es mas difícil que otras.

Besos