domingo, 10 de abril de 2011

Nieve en primavera

Tuve que permanecer un poco mas en el puerto de Ensenada. Mi carro se emberrinchó del alternador y los 3 días que teníamos planeados, se convirtieron en 5. Lejos de lamentarlo (salvo el hecho de tener que gastar en la reconstrucción del alternador) me agradó permanecer mas días en el lugar. Durante el camino de regreso nos acompañó la lluvia. Eso me encanta. La lluvia aunque intermitente, era leve, pero duró unas tres horas del camino, justo hasta llegar al Cóndor, en la parte mas alta de la sierra. En ese punto, comenzaron a caer las primeras plumitas de nieve. Luego la nevada se hizo un poco mas intensa, hasta llegar al poblado de La Rumorosa.
El día perfectamente nublado desde su inicio, la ruta del vino, el agua que caía mansamente, la nevada, la música de uno de mis discos favoritos (Nabuco, Nessun dorma, Enya, Elvis, Tchaicovsky) la emoción de mi hija mayor que no recordaba haber visto caer la nieve, el pequeño de 6 años que desde el asiento de atrás emitía exclamaciones entusiastas por el paisaje nevado, todo eso me relajó tanto, que no pude evitar sonreír feliz de la vida.
Tal vez mis gustos son demasiados simples. Pero así soy. ¿Qué puedo hacer?
Las 5 horas que conduje de una ciudad a otra se me hicieron nada. Los recuerdos vinieron, pero igual no me puse triste. Simplemente estaba contenta. ¡Estoy viva!

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