jueves, 3 de febrero de 2011

Fugas


Aquel libro de pastas grandes, no obstante el paso del tiempo, conservaba los colores vivos. Las imágenes del interior, tenían tonalidades muy semejantes a los ojos hipnóticos de las plumas del pavo real. Era un libro de cuentos ilustrados de las mil y una noches. Leía sentada en el piso. Bajo el porche de su casa. "Si tuviera una lámpara maravillosa como la que encontró Aladino, le pediría viajar por todo el mundo". Aquello era su deseo ferviente. Dar mas que una simple mirada a tierras lejanas y misteriosas. Anhelaba ver con sus sentidos puestos en ello. La vista, el olfato y el oído, para darse gusto disfrutando del entorno.

En ocasiones, el tapete de la sala se convertía en su alfombra voladora. Era ahí donde echada sobre su vientre, dibujaba y escribía, leía y soñaba. La cosa era tener un mundo mejor y algo distinto de su realidad. Cuando menos de la parte que no le gustaba. Tenía una mascota que la acompañaba silenciosa en esas escapadas imaginarias. Se llamaba Nefris. Era una doberman mestiza de poca alzada. Fiel y tranquila. Pero ladrona de chorizos y salchichas de la tienda del barrio. La propietaria del local quería mucho a la mestiza. Por ello no la maltrataba cuando por descuido, alguien dejaba abierta la puerta del refrigerador de las carnes frías y la Nefris era descubierta saliendo como rayo con una tira de chorizo en el hocico. Lo mas que la buena señora llegaba a hacer, era solicitarle un nuevo capítulo de las novelas rosas que la muchacha escribía a mano. Historias manuscritas entre líneas en inglés de algunos libros viejos.

1 comentario:

Jonay dijo...

La mestiza Nefri, igualita a mi Lola! Saludos. Ya falta menos para mi casa en la playa...