domingo, 9 de mayo de 2010

¿A quién no?

Dina estaba fascinada con la película que había visto la noche anterior. La historia trataba de una ruptura matrimonial desde la óptica de la mujer. Contó con "pelos y señales" sobre los sentimientos que asaltaron a la protagonista en el proceso del duelo. A veces, el humor rompe los momentos mas tensos. Reír hasta las lágrimas fue el resultado de la escena donde ella ve a su marido y a la "otra" mas joven y bonita, luciendo los aretes de la familia. Los que habían desaparecido de su joyero misteriosamente unas noches antes. Va hacia ellos, lo toma desprevenido. Arrima un golpazo en las "partes nobles" de su ex. Y a la mujer le arranca los aretes con mucha rabia. Salen corriendo como ratas- Huyen de la furia de la esposa cornuda. Suelta una carcajada al verlos correr. Luego arroja los aretes hacia ellos.

¿Es delito enamorarse? pregunta en una subsecuente escena el hombre.
"No", responde ella. "No es delito".
La protagonista puede, entonces, seguir adelante. Finalmente lo dijo. Se había enamorado. Tardó en decirlo. Siguió jugando por un tiempo a ser el padre y el esposo, cuando amaba a otra y se veía con esa otra en secreto. La burla y el engaño quedaron entonces atrás. La vida siguió su curso.

Lo de golpear al hombre en los testículos con las bolsas de las compras no estuvo nada bien. Fue una reacción nada civilizada. ¿Qué tal si lo deja impotente? ¿Qué tal si la demandaba? ¿Qué tal si le devolvía el golpazo?... pero, ¿a qué mujer engañada vilmente no se le antojaría hacer algo así?

Dejar de ser civilizada cuando menos dos minutos, tiene sus ventajas.


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