viernes, 10 de enero de 2014

Los bemoles de una insumisa

Pues sí. Volví. Sigo viva (eso creo) y contenta (de eso estoy segura). Acabo de darme una vuelta por las redes sociales. La verdad me causan algo de hastío. Salvo por alguna cosa nimia que llama mi atención, todo es pan con lo mismo. La verdad, prefiero mi viejo blog. Que aunque pasado de moda (con eso de que las modas pasan a una velocidad vertiginosa) sigue siendo lo mío. 
Conocí a alguien que llamó mi atención. Curiosamente lo encontré en la comunidad donde vivo. Es de hecho mi vecino a un par de cuadras. Posee brazos lindos, que sin ser los mas musculosos, tienen esa forma estilizada del músculo forjado a base de trabajo físico y no de gimnasios. No tiene panza prominente. Adivinaba que hasta vientre plano debajo de las camisetas que suele vestir. No es precisamente alto, mide apenas 1.75. Pero es suficiente para no parecer umpa lumpa. Tampoco es joven... ni viejo. Tiene la edad justa. Sonríe a menudo. Es bilingüe. Vivió en USA la mayor parte de su vuda. Es simpático, conversador, le gusta viajar, es soltero, solvente. Le gustan los perros. En fin, lo que no pensé que sucedería nunca mas en mi vida, estaba sucediendo. ¡Mariposas en el estómago! (y eso que tiene bigote y a mi no me gustan los hombres con bigote)
Cuando voy al negocio que administra y termino la compra, suele acompañarme fuera de la oficina y me encamina hasta mi vehículo, alarga las conversaciones lo mas que puede. Creo que también le simpatizo. 
PERO
Ayer desaparecieron las mariposas. 
Lo encontré justamente en las redes sociales. Vi sus fotos. Incluyendo una en la playa, donde aparece desnudo del torso. Efectivamente, no tiene panza. Tiene buenos pectorales y como dije, lindos brazos. La cuestión es que también tiene UN ENORME Y ESPANTOSO TATUAJE en el vientre.
"Es un cholo viejo"... me dije. Y ahí murieron las mariposas. En una de nuestras conversaciones, me confesó que de joven anduvo descarriadón y era el dolor de cabeza de la familia. Pero bueno, todos tenemos un pasado ¿qué no? Sin embargo, la vista de ese enorme recordatorio en su vientre envenenó los frágiles insectos de alas multicolores que habían comenzado a multiplicarse. 
Nunca me resultaron atractivos los cholos. De niña les tenía miedo. Tampoco me gustan los tatuajes. Y a estas alturas del partido, dudo mucho que alguna vez lleguen a gustarme.
Lo que me dejó contenta, es el hecho de haber sentido ese cosquilleo que pensé jamás se repetiría. Hoy se que él no es el indicado para mi. Pero también me quedó claro que SIGO VIVA.

"Algún día, mi gato comerá sandía" (dicho popular)




2 comentarios:

Lan dijo...

Supe de los cholos en L.A. hace ya muchos años. Pero ahora que tengo la oportunidad de que una mexicana me cuente en puridad lo que son los cholos, no renuncio a hacerlo.
Yo tuve una impresión.
Pero, por favor, dime lo que de veras son los cholos.
Muchas gracias por anticipado.
Apapachos. Y gracias por volver.

Insumisa dijo...

En este caso, con la cara colorada de pena, CONFIESO, que es un prejuicio basado en la imagen de un tatuaje horrendo (que me lo sigue pareciendo). Sin embargo, los cholos existen. Puede ser una sub-cultura o simplemente fusión de varias culturas. Tal vez, son simplemente modismos. Usados en términos generales peyorativamente y me siguen dando susto.
:/