domingo, 16 de junio de 2013

Mas de cien mil Leucocitos


Aterida, pero no de frío. Era miedo. Incertidumbre, la sombra de una tristeza que amenazaba con cubrir todo lo demás. Dentro y fuera de ella. ¿Sabes que en tanto no hay certezas, existe la esperanza? Quizás rescoldos de esperanza. Una mínima chispa allá en el fondo de algo se que creía extinto. Pero la certezas, lo que tienen, es que matan esperanzas de cualquier cosa. Y entonces vienen los pactos. Los desesperados intentos por pactar con la Entidad que todo lo puede "a cambio de".
Lo prometió.
Aceptar.
Bajar la guardia y seguir sin aquello a lo que su muy necio interior se había negado.
¡Era tan difícil!
Pero reconoció que era preferible eso. Porque significaba vida. Lejos, incomprensible tal vez, incluso, prefería que siguiera cometiendo estupideces, a cambio de saberlo con vida. Sano y feliz.
Un ruego, una oración, una humilde súplica desesperada.
¡Sálvalo!

Una total cobarde. 

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