sábado, 26 de enero de 2013

Una niña a las 6 de la mañana


Ya había despertado. Cuestión de hábito de años. Pero seguía echada sobre la cama cuando escuché que alguien tocaba con timidez en la puerta de entrada. Los dormitorios se encuentran en la planta alta de la casa. A medio bajar las escaleras pregunté quien era. "Soy yo" dijo una voz llorosa. Supuse que era mi joven vecina del final de la calle. ¿Ale? pregunté "no" respondió la vocecita. Mas intrigada todavía me acerqué con cautela a la puerta. La casa no está cercada. Cualquiera puede llegarse hasta la entrada y tocar. Pero eran poco mas de las seis de la mañana. "No hay ladrones o asaltantes a esas hora". Eso me dio la gana de creer y confié en que era una mujer vecina que necesitaba algo. Al abrir, me encontré con una niña de pocos años en bata de franela y pantuflas. "No está mi papá" dijo a quemarropa, luego señaló la casa de la cochera blanca y entendí que se trataba de la hija del vecino poco sociable. No que yo sea muy sociable, pero soy la única que saluda a todos cuando trabajo en el jardincito enhierbado de mi casa. Cuando pasan o los veo fuera de sus casas, saludo con educación. Si responden bueno, si no, es problema de ellos. 
Precisamente el papá de la niña asustada es de los que jamás respondían el saludo ni por error, hasta la ocasión en que se metieron a robar a su casa y llamé a la policía. Cuando supo que fui yo, comenzó a responderme el saludo e incluso a saludar si me veía primero.
La niña se soltó hablando sin parar: "es que mi papá se va todos los días y me deja el celular, pero yo no se su número para marcarle y siempre llega pronto pero no ha llegado y nunca me deja sola tanto tiempo, porque se va a las 4 o 5 de la mañana pero siempre llega a las 6 y me desperté y no ha llegado y no se su numero y tengo miedo"

Para entonces eran mas de las 6 y cuarto. Le dije que no tuviera miedo, que seguramente su papá no tardaría. Le pasé el brazo por los hombros, confortándola. Pregunté su nombre y qué año cursaba. La invité a pasar oferciéndole una taza de chocolate caliente. Fui a la cocina y puse a hervir agua. Se sentó en el sillón frente a la ventana, nerviosa volvía la vista hacia afuera. Le dije que abriera la cortina para que pudiera ver cuando llegara su papá.

Luego se acordó que había dejado el teléfono celular en su casa y me dijo que iba por él. Lo trajo y me mostró que su papá siempre la llama. Varias veces al día, pero no había ni una llamada esa mañana. Realmente se veía mas tranquila que cuando llegó, porque se sentía acompañada. 
Cursa el segundo de primaria. Tiene 7 años. Se llama Claudia. Su mamá no vive con ellos. No pregunté nada, ella sola dijo que su mamá tenía teléfono también, pero no sabía el número y trabaja en un barco y no sabían cuando estaba, porque a veces la llamaban a las once de la noche. Hace tiempo que noté la ausencia de la madre. Hace tiempo que veo llegando solos a casa, al papá con la niña. Hace tiempo que supuse que viven solos los dos. Y curiosamente yo no vivo ahí. Soy una intermitente vecina que llega al puerto cada mes o cada dos meses. He dejado de ir hasta tres meses consecutivos.

Ciertamente estuve entre octubre y principios de noviembre pasados, un mes completo, pero no me encuentro en esa casa con regularidad. 
¿Por qué habiendo mas vecinos que viven ahí permanentemente, la niñita tocó a mi puerta?
A eso de las siete de la mañana llegó el papá.
Ella salió feliz a su encuentro.
El hombre no tuvo la cortesía de cruzar la calle para ir a mi casa. Hubiera querido ofrecerle mi número para alguna emergencia. Pero volvieron a salir hasta que era hora de ir a la escuela.

Me quedé un poco preocupada porque justamente ese día yo regresaba a mi desierto. La casa se quedaría sola de nueva cuenta. Y la niña no tendría mas mi puerta disponible. 



3 comentarios:

Soros dijo...

Consuelo de los afligidos.
Tanto queremos preservar nuestra intimidad que, sobre caer en la falta de educación, caemos en la falta de previsión.
Tú te marchas y quedas preocupada por si la niña vuelve. Y el padre, por no hacerte ninguna confidencia, pasa de ti pese a tu buena disposición.
Como dicen en mi pueblo:
¡Que las Santas Espinas aumenten la caridad!
:-)

Soros dijo...

Consuelo de los afligidos.
Tanto queremos preservar nuestra intimidad que, sobre caer en la falta de educación, caemos en la falta de previsión.
Tú te marchas y quedas preocupada por si la niña vuelve. Y el padre, por no hacerte ninguna confidencia, pasa de ti pese a tu buena disposición.
Como dicen en mi pueblo:
¡Que las Santas Espinas aumenten la caridad!
:-)

Insumisa dijo...

No es que quiera confidencias. Que hasta esa suerte no solicitada tengo. Parezco "devoradora de pecados". Imagino que tengo cara de persona confiable y por eso la gente va y me cuenta sus cuitas. Y de verdad te digo que soy despistada. No noto demasiadas cosas, pero eso de un papá solo, con una niña pequeña; la falta de madre resulta evidente hasta para mi, que solo voy de cuando en cuando.
¡Pobre niña!
Como dices "Que las santas... etc. etc."