jueves, 25 de octubre de 2012

Una llamada


"Tajante" -la palabra salió como un disparo y se sintió en plena frente como golpe seco; luego le siguieron "drástica", "extremista" y poco mas. Afortunadamente venían de boca de una amiga. 

-A veces me da miedo decirte lo que pienso porque eres muy tajante, sin medias tintas. Te vas a los extremos, para ti es blanco o negro y eso me asusta.

¿Era así? ¿Una mujer de todo o nada? la visión de su amiga respecto de su personalidad, toma de  decisiones y puntos de vista venían sonando a reproche desde hacía rato. En "exilio" voluntario a casi 300 km de distancia de su ciudad de origen, de su familia y amigos. Se negaba a volver. Estaba en búsqueda de respuestas. Trabajando sus demonios internos, sus mezquindades grandes y pequeñas. Intentaba dar claridad a lo que deseaba en su vida. Su amiga se sentía de alguna manera abandonada. Huérfana una vez mas... pero esa no era responsabilidad de la exiliada. 

- Puedes hacer lo mismo allá que acá y lo sabes -insistió. No tienes por que irte lejos para arreglar las cosas que quieres solucionar. 

No eran necesariamente cierto. Ya lo había intentado estando allá y las cosas seguían en un estancamiento enfermizo para su alma. Así que no, no volvería por mucho que hermanas, amigas y padres insistieran en lo peligroso que era para una mujer vivir "sola y lejos". Afortunadamente la experiencia personal le había enseñado que las decisiones drásticas habían sido lo mejor que pudo hacer en su momento. Y quien sabe. En una de esas, tal vez esta, era una buena. 
Siguió escuchando a su amiga. Pero al mismo tiempo recordó algo de su pasado. La sensación de haberle fallado a alguien encogió un poco su corazón. Si en alguna época de la vida un amigo cobra especial importancia, es durante la adolescencia. Tenía 14 y su mejor amiga 17. Margo, la pelirroja simpática, desparpajada e incondicional. Una chica a la que no aprobaban sus padres. La que la ayudó a entrar de contrabando al cine, asegurando que ambas eran mayores de edad. La que intercambió correspondencia con ella. Cartas de a de veras. Tinta, papel, sobre y estampillas. Cuando estuvo fuera de la ciudad. De veraneo en La Rumorosa. Luego, sin venir a mas, se fugó con un antipático recién llegado de USA. Dolió. Saber aquello le hizo soltar un llanto amargo. Se sintió traicionada, sus padres no le dieron importancia, pero les molestaba verla llorando día y noche. Como si alguien muy querido hubiera muerto. No entendía nada ¿Por qué lo hizo?
Fue cuando se enteró del motivo de la fuga, que una culpa irracional le acompañó de ahí en mas. Margo había sido violada a los 14, cuando estudiaba en la academia para secretarias. Antes de conocerse. 
Jamás se lo confesó, solo mencionaba que ella nunca se casaría. Margo sentía que su valía como  mujer y ser humano se fue con el himen desgarrado. Pero no le dijo. En cambio, se lo confió a su hermana. Cuando se enteró, dio por hecho que ella, por tajante, por drástica, por extremista, no fue lo suficientemente buena para que su amiga del alma le confiara algo tan terrible.

La charla, en ese momento, obró eliminando el añejo e irracional sentimiento de culpa. Ella no tenía el poder de decidir por los demás. Tampoco lo quería. Las personas deciden con quien sí y con quien no. A quien le confían sus mas íntimos pensamientos, pesadillas o miedos. Hablar o callar es una decisión muy personal. "No todos podemos ser depositarios de determinados secretos. Ni convertirnos en devoradores de pecados... por mucho que la idea resulte patológicamente atractiva."

La llamada terminó. Su amiga esperaba muchas cosas de los demás. Era demasiado entregada, generosa en prodigarse, adicta a las relaciones fallidas, y se sentía sola. Prometió visitarla alguna vez. Ella no prometió nada mas que pensarlo. 


2 comentarios:

Lan dijo...

Yo creo que una cosa es la realidad y otra nuestras preferencias.
Y me parece que, lo de blanco o negro, es una preferencia o una opción, como se dice ahora, que elegimos.
El que alguien te cuente sus problemas puede que esté reñido con que tengas una idea de la vida de esas que pueden definirse como: "O blanco o negro".
Al coger setas de cardo uno puede encontrarlas tan grandes como la palma de la mano o tan pequeñas como media uña del meñique, tan oscuras que parecen casi negras o tan claras como leche tostada, de formas tan caprichosas e irregulares o de formas circulares perfectas...
Hay quien dice: "Yo de cogerlas las cojo grandes o no las cojo" Eso es una opción y puede hacerse, pero las chiquitas que no cojas no por ello dejan de ser las mismas setas.
Si las cosas fueran solamente o blancas o negras poco podría pensarse, escribir o hablar en el mundo.
Y discúlpame por esta perorata. Seguramente hablo demasiado.
Apapachos.

Insumisa dijo...

Nada que disculpar. Todo lo contrario, MUCHAS GRACIAS POR COMENTAR. Es para mi un regalo ¿sabes? desde muy joven me ha gustado leer como piensan y sienten los amigos. Creo que en los escritos se deja mucho mas de lo que se dice. No se, ideas de una.

Un abrazo DLD