viernes, 24 de agosto de 2012

En primer grado


Deliberadamente lento, el cuchillo cortó las redondeces de la carne roja y tersa. No hubo expresión en su rostro, nada alteró la determinación de cortar y rebanar cuidadosamente. Extirpar el ombligo fue el siguiente paso. Después de todo, los ombligos, casi siempre guardan en su interior cosas desagradables, impuras, innecesarias. Por un breve descuido, las entrañas se escurrieron fuera. No hubo mucho que hacer al respecto, salvo limpiar el desastre y recoger con un trapo las tripas rebosadas. 
Hecho estaba. Y ahí quedó, sobre la tabla de picar. Desmadejado, descuartizado, fileteado. Un pobre tomate, otrora fresco, que pasó a mejor vida en la ensalada.



2 comentarios:

Unknown dijo...

Uyyyy, ya me estaba asustando con la descuartizada. Mmmmm, a mis los ombligos me gustan pero tengo obsesión en limpiarlos de más, hasta que les saco agüita de tanto tallar, te limpio el ombligo amiga?????. Ahhh, otra cosa esa foto me recuerda a mi hermano Sergio de chiquito, que le germinó un frijol, pero dentro del oído. Mire usted, lo que es la vida.

Insumisa dijo...

Jajajajajaja
Tere, se me había pasado leer este comentario y agradecerte la visita.
Besos