sábado, 30 de octubre de 2010

Agua en los ojos

Mis ojos no se secan.
La sangre en mis venas, se vuelve arena y sal.
El corazón se enfría. Pero no llega a congelarse... no termina de congelarse.
El dolor, imagino, lo mantiene latiendo a fuego lento, con un hervor de lava, de asfixia y desdén.
Mis ojos no se secan.
Y este amor tan lastimado, tan herido y desgastado, se niega a morir.
Y mis ojos no se secan.
Hay escozor donde antes hubo cantos luminosos.
¿No se puede amar de otra manera?
¡Me duele el alma!
Mis malditos ojos, no se secan.