lunes, 24 de mayo de 2010

Siningly

Era la palabra a verificar. Escribiéndola se publicaría, sin problemas, el siguiente comentario. Pero ya había hecho uno. Por el momento, no había necesidad de mas. Le surgieron renovados bríos para escribir. Ese era el motivo. La puntilla que necesitaba.

Ella sabía que aquella no era mas joven, ni mas bonita, ni mas lista, ni era especial, ni era de revista (como no fuera el "National Geographic") PERO y ese era un gran pero. Había cautivado la atención, el tiempo y las palabras de aquel que parecía haber sido el príncipe de príncipes. El non plus ultra de los hombres. Único, especial y auténtico ejemplar de fidelidad. Con todo y los fallos de manufactura que, siempre se habían hecho públicos y notorios.
Ciertamente ella había invertido demasiados años en contemplar, presumir y depender de los lados buenos, sin tomar en cuenta los yerros, las deficiencias, carencias y patas cojas de su majestad el buen hombre u hombre bueno. Aquella siempre demostró interés en su majestad. Un interés que iba mas allá de lo que demandaban las buenas costumbres y la decencia. Pero ¿qué importaban los regalos costosos?. Ella sabía que el BH (buen hombre) Jamás caería ante semejante y vulgar acoso de aquella.
Mas, sucedió que un día, aquella mano fea, de  palidez de zombi, de languidez de jerga y palpitar de buitre, se acercó tanto al lugar del hombre, que ya no pudo mas el pobre y cediendo a las tentaciones de... aquella tipa, huyó el buen non plus ultra hombre tras la fea mano y con voluble giro, surcando el tiempo, se volvió ¿suspiro? ¡NO! se volvió uno mas igual a tantos.

Ahora venía lo bueno de la historia o cuento. Cuando el príncipe de príncipes abdicaba, Cuando la fea verdosa aquella, era confrontada. Y cuando ella definía, el tenor del final de aquella, tan común historia.


6 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

y tan común!, (la historia, no como tú la cuentas)

he venido a dejarte un beso de buenas noches nada más, hoy es tarde y estoy cansada

conejo con escafandra dijo...

mmmmmmmmm si, aquella, aquellita.

Soros dijo...

¿Dónde anda aquella vida nueva que ibas a iniciar apenas jubilada?
Ocasión no te falta para tenerla.
Vale ya de gimoteos y de autocompasión. Tienes mucho dentro de ti para perder el tiempo con todo eso.
Puedes revolverte contra mis palabras como la leona herida. Tanto me da. Pero, si lo hicieras, tal vez fuera un buen síntoma.
Si quieres seguir lloriqueando, sigue. Pero te advierto que te queda muy mal y no es tu estilo.
Vive la vida nueva que quieres vivir. Ahí la tienes, es regalada.
Abrazos.

Insumisa dijo...

¡Zeltia!
Acabo de encontrar estos comentarios. Cuando escribí el post, las cosas estaban recién quemadas. Hacía poco mas de un mes. Demasiado pronto como para poder darse una cuenta de lo que el ardor de un alma incinerada es capaz de producir. Hoy me alegro de no sentirme enojada ni herida por aquello. Y que en su momento creí que no tendría fin.

Insumisa dijo...

Que con su pan se lo coma, Conejo. Con su pan se lo coma.

Insumisa dijo...

La diferencia de ayer y hoy, Soros; es que en el entonces que escribí el post, la herida estaba fresquecita y tenía todo el derecho de gimotear, lloriquear, gritar y compadecerme lo que me viniera en gana. Una de las cosas mas importantes que aprendí de ese trance, es que si quiero llorar, lo haré, si quiero reír, igual. Y si quiero guardar silencio sepulcral (que eso si que no me va) eso haré. Que me vaya mal y no sea mi estilo SER UNA HUMANA AULLANDO DE DOLOR, imagino que no le va a nadie. No solo a mi en lo particular. Pero se agradece el consejo. Aunque a destiempo responda a tu comentario. Igual, GRACIAS.