sábado, 4 de mayo de 2019

Así nada mas

  Desde el palatinado se observaba la ciudad, el paisaje era de esos que le cortaban la respiración y deseó con todas sus fuerzas que "los suyos" estuvieran ahí. Disfrutando de ese sitio. El clima era inmejorable. Habían subido la empinada cuesta hasta la cima y se sentía triunfadora. Sin aliento, pero fascinada. Ciertamente los nazis no eran sus personajes favoritos de la historia. Pero imaginar las tropas de los soldados subiendo a paso marcial y sin detenerse a respirar hondo, la impresionó un poquito ¡vaya disciplina! y por su puesto vaya condición física.
La torre que destruyó un rayo. El aldabón aquel del que se decía algo sobre lograr morderlo... el río, el puente, el simio con los testículos lustrosos. El café turco con su toldo a rayas. El fortísimo café al que nunca pudo acostumbrarse en aquel viaje ¡Tanta cosa!
Dicen que la memoria es inexacta y traicionera. Pero la impresión, las sensaciones, los aromas, la intoxicación con otros aires, otros paisajes. Cosas que muy probablemente jamás se repetirían, quedaron entre sus anécdotas preferidas. 


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